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Lançamento do livro “As guerras de vingança e as relações internacionais”

O tema da guerra acompanha o imaginário e ocupa a comunicação da humanidade desde seus primórdios. Suas pinturas rupestres mostram homens empunhando suas armas tanto contra bestas, na procura do alimento, como contra outros homens, na busca de segurança, honra, pilhagem ou vingança. Em As guerras de vingança e as relações internacionais: um diálogo com a antropologia política sobre os Tupi-Guarani e os Yanomami, lançamento da Editora Unesp, Alberto Montoya Correa Palacios Junior empreende uma minuciosa investigação sobre as guerras dos povos Tupi-Guarani [principal grupo indígena do Brasil] e Yanomami [indígenas caçadores-agricultores que habitam o Brasil e a Venezuela] e suas implicações para o estudo do assunto nas Relações Internacionais.

Ao longo dos oito capítulos, Montoya articula os temas da vingança e da guerra em dois âmbitos: intrassocietário, em que os ideais coletivos de vingança incentivam a lealdade para a guerra e justificam o sacrifício do inimigo; e intersocietário, em que os imperativos de vingança inibem a possibilidade de resolução diplomática dos conflitos. O debate em torno das “novas guerras” que o autor propõe foi responsável por instigar os analistas internacionais a pensarem o tema para além da sua manifestação estatal. “Faz-se necessário superar as limitações das abordagens e fórmulas clássicas que sejam restritas ao ponto de vista do Estado quando empregadas no estado da guerra contemporânea, que nem sempre se apresenta como interestatal”.

As guerras de vingança e as relações internacionais sai de lado uma visão eurocêntrica dos estudos sociais, que trata as práticas guerreiras indígenas como exóticas ou brutais, e recusa visões que consideram vingança, guerra e canibalismo como primitivismo selvagem. “O exame das guerras de vingança se faz oportuno em um contexto internacional marcado por conflitos armados que escapam aos conceitos e teorias clássicas das RI – ou não se deixam explicar por eles. Nas últimas décadas, pesquisadores envolvidos no debate sobre as ‘novas guerras’ chamaram atenção da comunidade de RI para que a guerra seja compreendida para além das suas manifestações interestatais.” Dessa maneira, Montoya descortina os mecanismos políticos de gerenciamento de guerras que subjazem a uma vida aparentemente simples e coloca toda essa complexidade em relevo para o autor.

Sobre o autor– Alberto Montoya Correa Palacios Junior é doutor e mestre em Relações Internacionais pelo Programa San Tiago Dantas/Pró-Defesa (Unesp-Unicamp-PUC-SP). Atualmente, é pesquisador de pós-doutorado no Instituto de Políticas Públicas e Relações Internacionais (IPPRI) da Unesp e professor visitante no Latin American Research Centre (LARC).

Título: As guerras de vingança e as Relações Internacionais: um diálogo com a antropologia política sobre os Tupi-Guarani e os Yanomani
Autor: Alberto Montoya Correa Palacios Junior
Número de páginas384
Formato: 14X21cm
Preço: R$ 68,00
ISBN: 978-85-393-0821-7

Assessoria de Imprensa da Fundação Editora da Unesp
imprensa.editora@unesp.br
(11) 3242-7171 ramal 517

 

Disponível para compra no site da Editora Unesp: http://editoraunesp.com.br/catalogo/9788539308217,as-guerras-de-vinganca-e-as-relacoes-internacionais

Brasil y Chile, caminos divergentes

Uno pugna por regresar al pasado, el otro busca encontrar nuevos aires

Artigo de Ernesto López para El Cohete a la Luna

 

En el marco de una globalización que anda a los tumbos, con su deshilachada gobernanza neoliberal sacudida por profundos desentendimientos y conflictos, se ubican los interesantes casos de Brasil y Chile.

La evidencia empírica abunda sobre los trastornos de la globalización. La reciente Conferencia sobre Nuevas Formas de Fraternidad Solidaria, realizada en el Vaticano el pasado 5 de febrero lo reflejó cabalmente. Reunió a las más altas autoridades del FMI (Kistalina Georgieva) y de la CEPAL (Alicia Bárcena), a diversos ministros de economía y/o de finanzas latinoamericanos, entre ellos Martín Guzmán (Argentina), Benigno López (Colombia) y Arturo Herrera (México); y a invitados especiales, como el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz, entre otros. Y también al Papa Francisco, quien pronunció un discurso breve y sustancioso.

Sorprendieron las coincidencias que se escucharon. Georgieva hizo una desprejuiciada intervención, inusual entre los altos funcionarios del FMI. Sinceró que el “capitalismo está haciendo hoy más mal que bien en el mundo”. Y agregó que tiene una tremenda deuda global que “nos lleva a estar expuestos a la inestabilidad”.

Stiglitz repitió el diagnóstico rotundo que ha expuesto ya en anteriores declaraciones y columnas de opinión. Sostuvo que el capitalismo está en crisis y debe ser reformado. Y que “el crecimiento de las desigualdades, la destrucción del ambiente, la polarización de nuestras sociedades y el permanente descontento no pueden ser negados”. Para luego rematar: “El fundamentalismo de mercado y la agenda neoliberal han dominado por 4 décadas y han fracasado”.

El Papa Francisco, por su parte, brindó una alocución que inició con una dura advertencia. Dijo: “El mundo es rico y sin embargo los pobres aumentan a su alrededor”. Colocó luego una fuerte crítica al funcionamiento de la economía global, que se desdobló hacia el plano de sus consecuencias sociales. Y enfáticamente afirmó que “no existe un determinismo que nos conduzca a la inequidad universal. Permítanme repetirlo: no estamos condenados a la inequidad universal”.

Estas advertencias y diagnósticos son congruentes con un amplio espectro de acontecimientos  que retratan los trastornos actuales de la globalización económica bajo gobernanza neoliberal y sus secuelas políticas y sociales. Entre otros:

– La interdependencia compleja entre Estados y economías nacionales diversas que alcanzó inicialmente la globalización se encuentra menguada y /o interrumpida en la actualidad.

– El multilateralismo otrora predominante hoy tambalea, como ejemplifican el retiro de Estados Unidos del Tratado de París sobre asuntos climáticos; los desacuerdos dentro del G20 que minimizan su agenda y el estancamiento que atraviesa la Organización Mundial de Comercio.

– El desarrollo de conflictos comerciales, financieros y tecnológicos entre Estados Unidos y China.

– El abandono de la gran potencia del norte –de la mano de Donald Trump— del Acuerdo Transpacífico de Comercio y de la Asociación Transatlántica para el Comercio, que se encontraba aun en gestación.

– El pandemónium en que se ha convertido la Unión Europea, al que se ha sumado recientemente el Brexit.

– Las movilizaciones y protestas sociales antiglobales que aquejan a diversos países y la recomposición de escenarios políticos que han dado lugar al inesperado surgimiento de gobiernos de centroderecha.

A todo esto hay que agregar la existencia de unos teatros de guerra persistentes y de un espeso clima belicista a escala mundial, que se acompaña de unas geopolíticas cada vez más desembozadas, entre las que destaca especialmente la norteamericana.

Todo lo aquí indicado son síntomas que abonan la hipótesis de que la globalización y su gobernanza tal como se ha conocido hasta hora, se encuentran en un cono de sombra parecido a un ocaso.

 

Brasil y Chile

En este contexto, Brasil y Chile navegan coyunturas divergentes que conviene examinar.

Brasil padeció el golpe blando que derrocó a Dilma Rousseff en mayo de 2016 y poco después, el encarcelamiento de Lula da Silva. Quedó abierto así el camino de regreso a un régimen neoliberal, opción que había sido descartada por los exitosos gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). Esta operación en dos etapas, impulsada por un cuadrilátero integrado por un grupo de medios, por los militares, por diversas agencias de los Estados Unidos y por el Partido Socialdemócrata Brasileño y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), culminó con la elección como presidente del exótico Jair Bolsonaro,  un viejo nacionalista de centroderecha que simultáneamente profesa un marcado fundamentalismo de mercado.

Como bien ha definido Eric Nepomuceno , Bolsonaro destrozó a Brasil en 400 días. Profundizó el Programa de Desestatización impulsado inicialmente por Michel Temer en busca de una ampliación de la privatización de empresas nacionales y abrió las puertas a la explotación privada del petróleo offshore. Arrasó con los programas y políticas sociales establecidos por los gobiernos del PT. Descuajeringó la largamente elaborada política exterior autonómica brasilera. Y entre otros objetivos va por la explotación de la Amazonia y la evangelización de los pueblos originarios que todavía la habitan. Su fundamentalismo neoliberal y su furioso alineamiento subordinado no están dejando títere con cabeza. Practica con enjundia la ortodoxia de un converso.

Chile fue pionera en incorporarse a la globalización en Sudamérica, con cierto éxito en el plano estrictamente económico. Ocurrió bajo la dictadura de Augusto Pinochet y  se continuó bajo los gobiernos democráticos que le siguieron, sin mayores conflictos, asentada sobre una transición pactada, que incluyó la aceptación de la Constitución de 1980 impuesta por Pinochet manu militari, es decir, por decreto.

Este largo decurso entró en crisis en octubre del año pasado. Una tras otra fueron desarrollándose combativas protestas y movilizaciones populares centradas en reivindicaciones específicas: el costo del transporte, de la educación, del esparcimiento y de la vida cotidiana  en general. Fueron, asimismo, fogoneadas por el ácido hastío resultante del endeudamiento crediticio al que la gente se veía obligada a recurrir debido a sus bajos ingresos, entre otros motivos. Las calles de las principales ciudades de Chile fueron ganadas por una persistente protesta cuyo cimiento principal era y es la inequidad. Las muchedumbres insurgieron contra las políticas gubernamentales a partir de reclamos y exigencias específicas. Pero también, por carácter transitivo, contra los fundamentos y las políticas filo-globalizadoras que habían sido sostenidas tanto los partidos del centroderecha como los de centroizquierda.

En tan sólo cuatro meses, el apoyo al Presidente Sebastián Piñera quedó reducido al 6%, según una encuesta del Centro de Estudios Políticos realizada en enero de este año. A mediados de noviembre, se vio obligado a convocar una consulta nacional denominada Plebiscito Nacional 2020, que se realizará el próximo 26 de abril. El electorado deberá decidir si aprueba o no una reforma constitucional  y si los miembros de esa convención constituyente se elegirán, todos, por voto directo o si se apelará a una fórmula mixta: 50% elegidos por voto directo y 50% de miembros del actual Congreso.

 

Final

Es curiosa y desafiante –en términos intelectuales— la contraposición de los casos brasileño y chileno. Brasil se ha lanzado de lleno a incluirse en un modelo de globalización que recula y tambalea. Chile, en cambio, se ve abrumada por una protesta social que ha puesto en la picota al modelo filoglobalista instalado por Pinochet y parece haberle marcado un límite definitivo. ¿Cómo seguirán estas historias que quizá muestren posibilidades y alternativas al resto de los países sudamericanos?

Brasil corre sin mesura ni duda, nuevamente, al encuentro de una globalización que día tras día está dejando de ser lo que era. El bolsonarismo parece desdeñar la posibilidad de que aquella haya alcanzado un punto de inflexión y de que se encuentre a las puertas de un proceso de cambio. Chile, por el contrario, más allá de la tendencia a la retranca de su sistema político, impulsada por las protestas y las movilizaciones que la recorren, probablemente encare un aggiornamento de su manera de estar en el mundo y de intervenir sobre la cuestión social.

Es difícil escudriñar el porvenir. Tanto más cuanto que los apetitos geopolíticos de las grandes potencias –con niveles de enfrentamiento altos, hoy— en particular, la de aquella que nos toma por “patio trasero”, probablemente no repararán ni en formas ni en procedimientos. Habrá que ver también cómo influye esto sobre la curiosa situación que se presenta: Brasil parece pugnar por regresar al pasado en tanto que Chile anda en busca de salir de aquél y de encontrar nuevos aires. Así las cosas, valdrá la pena prestarle atención a estos procesos divergentes.

 

Acesso: http://www.elcohetealaluna.com/brasil-y-chile-caminos-divergentes/?fbclid=IwAR2y9ucDK_Zv68r0SCm2YRxrfsqn4_DB7cmfe2dlXuW7bdOaeutuKORk9hk

Série Especial de entrevistas discute a nova versão dos Documentos de Defesa Nacional

Entrevista Prof. Dr. Alcides Costa Vaz (UnB)

Na primeira entrevista de nossa Série Especial sobre os novos Documentos de Defesa brasileiros, o Professor Dr. Alcides Costa Vaz (UnB) faz uma apresentação sobre os principais pontos de mudança e inflexão nas novas versões, além de abordar as relações entre Academia, Governo e Forças Armadas no país e a cooperação em Defesa e Segurança no âmbito da América do Sul. ​O Prof. Dr. Alcides Costa Vaz é graduado em Relações Internacionais pela Universidade de Brasília (UnB), com mestrado pela mesma instituição e doutorado em Sociologia pela Universidade de São Paulo (USP). Atualmente é professor no curso de Relações Internacionais da UnB e presidente da Associação Brasileira de Estudos de Defesa (ABED) (http://lattes.cnpq.br/6295515302675804).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Jorge Rodrigues (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Prof. Dr. Paulo Fagundes Visentini (UFRGS)

Na segunda entrevista, conversamos com o Professor Dr. Paulo Fagundes Visentini (UFRGS) sobre o entorno estratégico brasileiro na nova versão dos documentos, com enfoque no Atlântico Sul. Também aborda as relações do Brasil com os países africanos, o lugar da África na Política Externa brasileira e projetos de inserção e cooperação no âmbito da Defesa. ​O Prof. Dr. Paulo Gilberto Fagundes Visentini é graduado em História na Universidade Federal do Rio Grande do Sul, com Mestrado em Ciência Política pela mesma instituição. Doutor em História Econômica pela Universidade de São Paulo (USP). Pós-doutorado em Relações Internacionais pela London School of Economics (Inglaterra). Atualmente é Professor Titular de Relações Internacionais da Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), Professor Visitante no NUPRI/USP, da Universidade de Leiden (Holanda), Universidade de Cabo Verde, Instituto de Relações Internacionais (Moçambique), Universidade de Oxford (Inglaterra) e Universidade de Veneza CaFoscari (Itália) (http://lattes.cnpq.br/2013094835500963).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas

 

Entrevista Prof. Dr. Paulo Pereira Santos (UNIFA)

Em mais uma entrevista da Série Especial Documentos de Defesa, o Professor Dr. Paulo Pereira Santos (UNIFA) que aborda os principais desafios e oportunidades para o setor Aeroespacial brasileiro, assim como as questões de gênero nas Forças Armadas. O Prof. Dr. Paulo Pereira Santos é Mestre e Doutor em Psicologia Social pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ). É Professor da Universidade da Força Aérea (UNIFA) e do Mestrado em Ciências Aeroespaciais da instituição, onde coordena a disciplina de Seminários de Pesquisa. Faz parte também do Centro de Estudos Estratégicos da UNIFA (http://lattes.cnpq.br/9030207975485748).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Prof. Humberto Lourenção (AFA/UNIFA)

Nessa entrevista, o Professor Dr. Humberto Lourenção (AFA/UNIFA) trata da forma como a Amazônia é abordada nas novas versões e os principais desafios para esta região, as relações civis-militares no Brasil e as oportunidades e inflexões para o desenvolvimento de projetos aeroespaciais no país. O Prof. Dr. Humberto Lourenção é graduado em Filosofia e Psicologia pela Universidade Federal do Paraná (UFPR). Mestre em Ciência Política e Doutor em Ciências Sociais pela Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP). Possui Pós-doutorado em Ciências Militares na Escola de Comando e Estado-Maior do Exército (ECEME). Research Fellow na National Defense University (NDU-EUA) É atualmente Professor Associado III na Academia da Força Aérea e professor de Ciência Política do Programa de Mestrado em Ciências Aeroespaciais da Universidade da Força Aérea (UNIFA) (http://lattes.cnpq.br/1778251358380714).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Jorge Rodrigues (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Prof. Dr. Sérgio Luiz Cruz Aguilar (UNESP)

Na entrevista, o Professor Dr. Sérgio Luiz Cruz Aguilar (UNESP) aborda a temática das Operações de Paz nas novas versões dos documentos, além de fazer um balanço sobre a participação brasileira na MINUSTAH (Haiti) e com o seu encerramento quais as perspectivas para os efetivos envolvidos com esta missão e possibilidades de participação em outras sob o mandato da ONU. O Prof. Dr. Sérgio Luiz Cruz Aguilar possui Graduação em Ciências Militares na Academia Militar das Agulhas Negras (AMAN), Mestrado em Integração Latino-Americana na Universidade Federal de Santa Maria (UFSM), é Doutor em História pela Universidade Estadual Paulista (UNESP), Pós-doutorado em Segurança Internacional pela Universidade de Oxford (Inglaterra) e é Livre-Docente em Segurança Internacional na UNESP. É Professor do Departamento de Sociologia e Antropologia da UNESP, Campus de Marília, do Programa de Pós-Graduação em Relações Internacionais San Tiago Dantas (UNESP, UNICAMP, PUC- SP) e do Programa de Pós Graduação em Ciências Sociais (UNESP/Marília). Foi observador da ONU na United Nations Peace Force na Bósnia-Hezergovina e na United Nations Transnational Administration for Easter Slovania na Croácia durante a guerra-civil na antiga Iugoslávia (http://lattes.cnpq.br/7971139957298760).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Prof. Dr. José Miguel Arias Neto (UEL)

Nesta edição da Série especial Documentos de Defesa, contamos com a presença do Professor Dr. José Miguel Arias Neto (UEL), que aborda a relação entre militares e desenvolvimento tecnológico no Brasil, os impactos para os setores tecnológicos que decorrem desta relação e como esta temática está sendo abordada nas novas versões dos Documentos de Defesa. O Prof. Dr. José Miguel Arias Neto é graduado em História pela Universidade Estadual de Londrina (UEL), possui mestrado e doutorado em História Social pela Universidade de São Paulo (USP). Realizou estágio pós-doutoral em Estudos Estratégicos na Universidade Federal Fluminense e no Programa de Pós-Graduação em Relações Internacionais San Tiago Dantas (UNESP, UNICAMP, PUC-SP). É atualmente Professor Associado de História Contemporânea na Graduação em História e Docente do Programa de Pós-Graduação em História Social da Universidade Estadual de Londrina (http://lattes.cnpq.br/4096402583066476).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Profa. Dra. Ariela Diniz Leske (ECEME)

A Série Especial Documentos de Defesa recebe nesta entrevista a Professora Dra. Ariela Diniz Leske que nos apresenta como as novas versões dos Documentos de Defesa tratam a Base Industrial de Defesa (BID), quais os desafios e avanços na última década e qual a importância deste setor para o desenvolvimento nacional. A Prof. Dra. Ariela Cordeiro Diniz Leske é graduada em Economia pela Universidade Federal da Paraíba (UFPB), com Mestrado em Economia pela mesma Instituição. Doutora em Economia da Indústria e da Tecnologia pela Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ). Atualmente é Professora e Pesquisadora da Escola de Comando e Estado-Maior do Exército (ECEME) (http://lattes.cnpq.br/3597964998395390).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Prof. Dr. Marcos Barbieri (UNICAMP)

Em mais uma entrevista da Série Especial Documentos de Defesa, recebemos o Professor Dr. Marcos Barbieri (UNICAMP) para tratar da Base Industrial de Defesa (BID) nas novas versões. Também nos explica a importância do Governo e das empresas na promoção de Pesquisa, Desenvolvimento e Inovação – PDI, as relações sobre este desenvolvimento nos projetos de inserção internacional do Brasil, assim como a relação do país com seus vizinhos no âmbito da cooperação e as oportunidades e desafios para a Indústria de Defesa. O Prof. Dr. Marcos José Barbieri Ferreira é graduado e Mestre em Ciências Econômicas pelo INstituto de Economia da Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP) e Doutor em Teoria Econômica pela mesma instituição. Especialista em Organização Industrial pelo Institut Aéronautic et Spatial (IAS) em Toulouse, França. É Professor de Economia do Instituto de Economia da UNICAMP e coordena o Laboratório de Estudos das Indústrias Aeroespaciais e de Defesa (LabA&D) desde 2013. Recebeu da Presidência da República em 2012 o título de Membro da Ordem do Mérito Militar, grau de Cavaleiro (http://lattes.cnpq.br/8059777565985852).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

 

Entrevista Profa. Dra. Érica Winand

Na última edição da Série Especial sobre as novas versões dos Documentos de Defesa brasileiros contamos com a participação da Professora Dra. Érica Winand (UFS), que aborda as novas versões dos Documentos de Defesa, com foco em Cooperação Regional e Política Externa. A Prof. Dra. Érica Cristina Alexandre Winand é bacharela em História e Mestre e Doutora em História e Cultura Política, com ênfase em História militar, da Guerra e das Relações Internacionais, pela Universidade Estadual Paulista (UNESP). É Professora Adjunta IV do Departamento de Relações Internacionais da Universidade Federal de Sergipe (UFS) e Docente da Pós-Graduação em Gestão e Modernização da Segurança Pública (RENAESP/UFS). Pesquisadora do Grupo de Estudos de Defesa e Segurança Internacional (GEDES) e líder do Grupo de Estudos Comparados em Política Externa e Defesa (COPEDE). Foi secretária adjunta da Associação Brasileira de Estudos de Defesa (ABED) na gestão 2012-2014. Foi Secretária Executiva da mesma Associação (2014-2015). Exerce o cargo de Diretora Financeira Adjunta da ABED (gestão 2016-2018) (http://lattes.cnpq.br/1898444282498966).

Entrevista: Victor Teodoro (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Gravação: Ronaldo Canesin (Mestrando PPGRI San Tiago Dantas)

Curso de Extensão: “Temas Contemporâneos de Segurança Internacional: Ferramentas de Análise”

Durante o segundo semestre de 2017, foi realizado o curso de extensão “Temas Contemporâneos de Segurança Internacional: Ferramentas de Análise”. Promovido pelo Grupo de Estudos de Defesa e Segurança Internacional (GEDES), com apoio do Instituto de Políticas Públicas e Relações Internacionais (IPPRI UNESP), o curso teve suas vagas esgotadas antes mesmo do prazo final de inscrições. Para o professor Dr. Samuel Soares, coordenador do curso, “isso demonstra a complexidade da segurança internacional contemporânea e a busca por maior embasamento analítico”.  O curso ainda abordou temas como política nuclear, terrorismo internacional, geopolítica e intervenções humanitárias. Por meio das apresentações, discussões e estudos de caso, os participantes terão contato com o referencial conceitual adequado para embasar análises sobre os conflitos internacionais, potenciais e manifestos. O objetivo do curso é que o participante adquira uma compreensão mais ampla sobre essa classe de fenômenos e possa relacioná-los ao contexto atual da política internacional.

 

Módulo 1 Geopolítica Contemporânea: Uma Introdução

 

Encontro 1: Introdução à Segurança Internacional

Conteúdo: Apresentação dos conceitos fundamentais

 

Encontro 2: Geopolítica Contemporânea: Interregno?

Conteúdo: O que é geopolítica? O pós-Guerra Fria e o Momento “Unipolar”; Análise Conjuntural Estados Unidos, Rússia e China

 

Módulo 2 Questões Contemporâneas da Segurança Internacional

 

Encontro 3: Política Nuclear

Conteúdo: o que são armamentos nucleares; não-proliferação; Irã; Coreia do Norte

 

Encontro 4: Conflitos Contemporâneos: Características e Abordagens

Conteúdo: Novas Guerras; Crianças Soldado; Empresas Militares Privadas; Impactos nos Civis; Nova Economia de Guerra

 

Encontro 5: Intervenções Militares e Humanitárias

Conteúdo: Evolução Histórica das Operações de Paz; Intervenção no Kosovo; Responsabilidade de Proteger; Intervenção na Líbia

 

Encontro 6: Segurança Internacional e Questões de Identidade

Conteúdo: Identidade cultural e civilizações; Globalização e Nacionalismo; Imigrações, Refugiados e Segurança Nacional; Europa e refugiados: o caso da Guerra na Síria

 

Encontro 7: Terrorismo

Conteúdo: Definição de Terrorismo; Estratégia e Tática Terrorista; Al-Qaeda; Israel

 

Encontro 8: Encerramento

Conteúdo: Análise Conjuntural

 

 

O exército futurista da Rússia: soldados ciborgues

                     Jonas de Paula Vieira, graduando em Relações Internacionais pela Universidade Estadal Paulista (UNESP), campus de Franca

 

Historicamente, as grandes potências têm investido no desenvolvimento de novas tecnologias militares para obter vantagens estratégicas em relação aos seus rivais. Assim, por exemplo, foram criados contemporaneamente os armamentos nucleares, as armas ultrassônicas (AUS), as bombas EMPs (Electronic Magnetic Pulse) os caças de quinta geração, os drones, além dos modernos sistemas de monitoramento e localização (GPS, Strelets), entre uma diversidade de tecnologias mais ou menos significativas militarmente. Na ordem global atual, essas inovações têm sido lideradas, principalmente, pelos Estados Unidos e pela Rússia que apresentam níveis semelhantes de poderio militar, tal qual a China, que tem se destacado nos últimos anos nos setores espacial e aeroespacial. Todavia, o Estado russo está desenvolvendo uma tecnologia que poderia lhe dar uma relativa vantagem em relação ao seu principal rival, os Estados Unidos, pelo menos no que condiz à infantaria, já que por meio de seu projeto Rátnik (“Guerreiro” em português) está conseguindo transformar o seu soldado em um verdadeiro ciborgue, como se tivesse saído de um filme de ficção científica.

Para seu criador, Manfred Clynes, o termo ciborgue foi cunhado em 1960 e é uma contração de organismo cibernético – pois em inglês cyborg consiste da junção das palavras cybernetic organism –  que significa a incorporação de estruturas robóticas em um organismo biológico, sem que ele sofra modificações da sua hereditariedade. Clynes era engenheiro biomédico e levantou a hipótese de desenvolver um organismo modificado, parte máquina e parte humana, que potencializasse as chances de exploração do espaço sideral. O ciborgue seria a solução das limitações humanas, já que sofreria melhorias bioquímicas, psicológicas e físicas, proporcionadas por suas partes eletrônicas e assim, o homem estaria “livre” de suas limitações e uma nova era evolucionista começaria.

Por outro lado, Donna Haraway, filósofa e teórica do “ciberfeminisno”, discorda do conceito defendido por Clynes , porém dá uma definição crucial do termo ciborgue em seu ensaio “Manifesto Ciborgue”: “um ciborgue é um organismo cibernético, um híbrido de máquina e organismo, uma criatura de realidade social e também uma criatura de ficção” (Haraway, 1991, p. 36). Para ela, a ideia de ciborgue alude a um corpo-máquina de alta performance, no qual habita um humano, sendo toda a sociedade ciborgue, pois a vida atual provoca uma tênue relação entre tecnologia e pessoas, tornando-se impossível diferenciar onde termina o humano e começa o artificial. Já as definições mais modernas de Chris Gray e Figueroa-Sarriera de 1995, incluem todo o tipo de intervenção tecnológica no corpo humano, seja o uso de medicamentos ou psicotrópicos, seja a interconectividade do homem com instrumentos de mecânica, informática ou eletrônica.

As definições dos autores apresentam oscilações quanto ao conceito do que é ciborgue, porém, concordam que o amálgama entre corpo biológico e máquina potencializa as capacidades sensoriais e cognitivas, além da resistência e da durabilidade da espécie humana. O homem se torna capaz de dar grandes saltos evolutivos em um curto prazo de tempo e de romper barreiras biológicas intransponíveis, como deter uma superforça proveniente de exoesqueletos ou usar um simples marca-passo que regula os batimentos cardíacos de seu usuário, postergando sua vida.

O Estado russo se inspirou na terminologia da palavra ciborgue e procurou criar um exército de “humanos-máquina”. Assim, impulsou a concepção do projeto Rátnik em meados de 2011. O audacioso projeto é dividido em três etapas: Rátnik-1, Ratnik-2 e Rátnik-3. Os dois primeiros apresentam armadura corporal modernizada, visão noturna/térmica, um moderno sistema de comunicação via voz e vídeo (Strelets), muito inspirado no sistema de combate francês FELIN, dentre outros equipamentos. Vale destacar que o Rátnik-2 apresenta um sistema de camuflagem inteligente, que muda conforme o ambiente de combate do soldado, além do  traje que suporta temperaturas entre -30ºC e 50ºC.  Os trajes Rátnik começaram a ser entregues às Forças Armadas Russas ainda em 2015, e vestem as tropas das forças especiais (Spetsnaz), os fuzileiros da Frota do Pacífico e os snipers da base militar russa na Armênia, e posteriormente, os soldados russos que combatiam na guerra civil da Síria. Segundo o governo, até 2020 todos os combatentes estarão equipados com o traje. O Tenente General Andrey Grigoriev, chefe da Advanced Research Foundation (ARF) responsável pelo projeto Rátnik, disse em uma entrevista em 2018 à rede de televisão estatal russa, RIA Novosti, como seria o campo de batalha do futuro: “Eu vejo uma grande robotização, de fato, a guerra do futuro envolverá operadores e máquinas, e não soldados atirando uns nos outros no campo de batalha”.

O principal avanço que a Rússia vem dando para a concretização de seu exército ciborgue, se dá pela terceira etapa do projeto Rátnik, no qual o traje será composto por dois exoesqueletos: um exoesqueleto ativo, cujas dobradiças são equipadas com movimentações hidráulicas e elétricas e um exoesqueleto passivo, servindo unicamente para reduzir a carga sobre as articulações e proteger os usuários de choques balísticos. Somado a isso, o traje apresentaria um tecido invisível à imagem infravermelha com camuflagem inteligente e um capacete com HUD (head up display) exibindo informações sobre o traje, o ambiente, as horas e o tipo de armamento e vestimenta do inimigo. O exoesqueleto daria características sobre-humanas para os soldados que o usarem, pois também terá um sistema com a função de estancar o sangramento de seus combatentes feridos, munindo-os de uma vantagem substancial no campo de batalha, além de potencializar o tempo de marcha dos soldados em campo de batalha.

Enquanto os russos pretendem equipar suas Forças Armadas até 2027 com a etapa mais avançada do traje, os Estados Unidos vêm acumulando alguns fracassos na criação de trajes similares, como é o caso do projeto TALOS (Tactical Assault Light Opeartor Suit) ou “iron man”, que tinha a mesma proposta do Rátnik -3, porém foi descartado pela dificuldade em adequá-lo a um ambiente de combate real. Além do projeto TALOS, os Estados Unidos junto com a empresa estadunidense Lockheed Martin vêm desenvolvendo em estágio embrionário um novo exoesqueleto para os soldados, chamado de ONYX. Porém, segundo o próprio Pentágono, ainda está muito longe de ser empregado em campo de batalha.

Tais situações sinalizam, por enquanto, vantagem estratégica para a Rússia em combate de solo perante os Estados Unidos. A competição estratégica entre os Estados russo e estadunidense remonta à Guerra Fria, seja no âmbito espacial, cultural, tecnológico ou armamentista, com destaque para as ogivas nucleares de ambos os lados. Os dois países  tiveram um acirramento militar muito forte, quase equiparáveis, todavia, a introdução dos ciborgues nas forças armadas russas demonstra uma clara vantagem russa sobre o seu rival estratégico, o que se torna benéfico para o país, pois apesar de ter uma defasagem marítima em comparação aos Estados Unidos consegue se lançar como propulsor de uma tecnologia quase que ficcional e assim, coloca em xeque o domínio estadunidense em guerra terrestre.

A primazia de desenvolvimento do Estado russo sobre essa nova tecnologia também é capaz de beneficiá-lo do ponto de vista econômico, já que ele pode vender os trajes ciborgues para parceiros estratégicos, tornando-os dependentes de sua tecnologia e assim maximizar seu poder em suas zonas de influência, procurando mitigar a influência estadunidense, ou despertar o interesse de seus parceiros para investirem no desenvolvimento do traje, logo, diminuindo os custos de sua produção. Ademais, a Rússia é uma grande especialista em guerra híbrida, assim como os Estados Unidos, porém com a concretização da última etapa de seu projeto, ela poderia obter vantagens substanciais no combate a grupos terroristas, contra insurgentes e guerrilheiros, ou seja, combates irregulares, já que poderá aplicar todo o seu conhecimento adquirido em táticas de guerra híbrida com a nova tecnologia desenvolvida.

Desse modo, o Estado russo encontrou o armamento amalgamador da guerra híbrida, o soldado híbrido, metade máquina e metade humano, adequado ao novo ambiente de combate que caracteriza o século XXI. No qual, vem como uma resposta ao árduo processo de revitalização das forças armadas russas, que passaram por um momento de encolhimento e defasagem no pós-Guerra Fria. Assim, o ciborgue pode ser uma das tecnologias bélicas responsáveis por recuperar o status e prestígio que a Rússia apresentava no sistema internacional antes do esfacelamento da União Soviética.

 

Referências Bibliográficas

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Créditos da Imagem: The Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory (JHU/APL)/ Public Domain

“Temos Forças Armadas para defender os interesses dos EUA”, aponta pesquisador

Para Héctor Luís Saint-Pierre, é um paradoxo militares apoiarem a desregulação da economia e a entrega de patrimônios

*Entrevista concedida à Ana Penido, pesquisadora do Instituto Tricontinental

Brasil de Fato | São Paulo (SP) 26 de Outubro de 2019 às 10:16

Com a ampla participação de militares no governo de Jair Bolsonaro, há mais interesse em compreender quais ideias carregam essa categoria especial de servidores públicos. “O sentimento de pertença à corporação militar parece superar o sentimento nacional e até o ‘patriótico’, do qual se consideram guardiões”, aponta Héctor Luís Saint-Pierre, coordenador executivo do Instituto de Políticas Públicas e Relações internacionais da Universidade Estadual Paulista (Unesp). Em entrevista ao Brasil de Fato, o pesquisador argentino avalia também a política de Defesa e diplomacia encampada pelo atual governo a partir de uma composição eminentemente militar. Ele relembra que a liderança regional exercida pelo Brasil durante o “governo de Luiz Inácio Lula da Silva foi deliberadamente abandonada”. “Quem imaginava que, pelo comprometimento dos militares com o governo Bolsonaro, prevaleceriam os valores nacionais e a defesa da soberania, pode constatar o abandono desses valores (…). Assim, poder-se-ia concluir paradoxalmente que temos Forças Armadas para defender os interesses norte-americanos, entre os quais, a desregulação da economia nacional e a apropriação das riquezas brasileiras”, avalia. Confira, a seguir, a entrevista:

 

Brasil de Fato – Seria possível afirmar que, guardado espaço para algumas heterogeneidades, existe um fio condutor do pensamento dos militares brasileiros?

Hector Saint Pierre – A corporação militar não é monolítica, como pareceriam indicar seus uniformes. Apesar de se apresentem para fora sempre unidos e subordinados a uma sólida estrutura hierárquica, internamente existem posicionamentos nem sempre coincidentes, como ficou evidenciado historicamente em movimentos que contestaram algum aspecto das decisões da cúpula militar. Assim ocorreu na Marinha com a Revolta da Chibata em 1910; no Exército, com o movimento tenentista na década de 1920; os expurgos na era Vargas; e, particularmente, na notável repressão interna às três forças durante o golpe de 1964, com prisões, desaparições, tortura e morte de muitos militares, como ficou denunciado pela Comissão da Verdade. Cada período histórico está caracterizado por uma direção da corporação definida por algum grupo hegemônico, oscilando entre o nacionalismo e o liberalismo (por não dizer entreguismo), entre a procura de uma autonomia política que busque a liberdade de ação estratégica de maneira não confrontativa até o alinhamento automático.

Se há algum fio condutor que tem resistido às mudanças de posições dos militares com relação à política são os valores corporativos que se mantém por cima de qualquer outro. O sentimento de pertença à corporação militar parece superar o sentimento nacional e até o “patriótico”, do qual se consideram guardiões. Em geral, o militar confia mais no militar de outro país do que nos civis do seu próprio. Sem resistir à generalização, poderíamos dizer que a maioria adere a valores positivistas, como o pânico da História e da mudança, a ideia contraditória de “ordem e progresso”, valores tradicionais de família e sociedade e um anticomunismo doentio que associam com qualquer crítica ao status quo burguês. Do ponto de vista político institucional, se consideram um quarto poder moderador, aquele poder vigilante capaz de intervir no jogo político sempre que a (nunca definida) “pátria” corra perigo. Consideram-se a reserva moral da nação e dos valores ocidentais o que, para eles, legitimaria intervir no quadro político sempre que considerem oportuno, como manifestou mais de uma vez, ainda na ativa, o general e atual vice-presidente do Brasil, Hamilton Mourão.

 

Em seu artigo “Racionalidades e Estratégicas”, você elenca categorias para entender o pensamento militar. Destacamos três dimensões: a autonomia das Forças Armadas diante do Estado e sua relação com a democracia; percepções de hegemonia regional; e conceitos como o de inimigo, provenientes de uma determinada forma de se ver as dinâmicas de guerra e paz. O que vem ocorrendo no Brasil hoje, na política de Defesa, confirma o defendido no artigo?

Nesse artigo, meu objetivo é desenhar um modelo de análise diagramado sobre variáveis que permitiriam analisar ou comparar concepções de Grande Estratégia, que se trata de um plano de defesa a partir do mais alto comando da nação. Esse planejamento pode ser definido pelo Executivo, mas deve ser aprovado pelo Legislativo como uma política de Estado que supere a duração de um governo. Ante uma ameaça que indique a aplicação desse planejamento, o Executivo assume a condução e a responsabilidade das ações. Nessa Grande Estratégia, as Forças Armadas são apenas um dos componentes, o essencial, mas não o único nem necessariamente o mais relevante dependendo do caso.

Com a transição de uma ditadura militar para um governo democrático, no qual se espera a estrita subordinação daqueles ao poder político legítimo, deveria ser possível constatar concomitantemente uma mudança na concepção estratégica do Estado.

Nesse artigo, trato como Concepção Estratégica Oficial (CEO) uma concepção cujas variáveis obedeciam ao período da ditadura militar e como Concepção Estratégica Alternativa (CEA) um estado de coisas ideal que eu imaginava que deveria refletir as condições de defesa de um sistema democrático. Se tivesse havido uma transição à democracia no Brasil estaríamos perto da CEA. A partir dessa comparação seria possível corroborar se de fato a mudança política de sistema foi acompanhada por um acomodamento da forma da força, do emprego e missões do monopólio legítimo da violência, isto é, deveria se contatar uma mudança na concepção estratégica do Estado.

Porém, diferentemente de outros países como Argentina, onde a transição foi por colapso, ou Chile e Uruguai, onde foi pactuada, o Brasil teve uma transição lenta, gradual e segura, concedida pelos militares, que mantiveram estrita vigilância para manter vigente a CEO.

Hoje, os militares continuam a exercer uma função tutelar sobre o Brasil, menos pelos militares retirados ou da ativa que povoam a casa de governo, do que pela pressão velada que exercem sobre a sociedade, os políticos e as instituições, seja por “assessorias” injustificadas ou ameaçadores tuítes limítrofes com a ilegalidade. A Defesa nunca deixou de ser uma caixa fechada para a sociedade e se preservou como monopólio das Forças Armadas. É verdade que desde os últimos anos do governo Fernando Henrique Cardoso e mais especialmente durante os governos petistas houve uma tímida intenção de democratizar o tema. Mas essa timidez foi entendida como debilidade pelos militares que endureceram ainda mais sua posição. Não há democracia sem estrita subordinação militar ao controle civil, sem uma efetiva condução política civil da Defesa, sem uma ativa participação da sociedade na discussão sobre a Defesa Nacional, sem mando civil e obediência militar. Definitivamente, as Forças Armadas brasileiras conquistaram uma autonomia e prerrogativas incompatíveis com o sistema democrático.

 

E em relação à política externa?

Supõe-se que – numa concepção alternativa, isto é, democrática – essa forma de inserção internacional deveria resultar de um debate com a sociedade, buscando a cooperação regional, que garanta a liberdade de ação estratégica e a autonomia da decisão. Poder-se-ia dizer que tanto as Forças Armadas quanto o Itamaraty sempre procuraram uma relativa liberdade de ação estratégica e certa autonomia da decisão, respectivamente, na sua área de interesse, mas sempre de forma não confrontativa com os Estados Unidos. Não obstante isso, desde 2009, pode ser notada nas Forças Armadas a procura de uma aproximação com os Estados Unidos, a qual foi ficando mais clara durante o governo de Michel Temer. De forma inédita, um general brasileiro é promovido ao sub-comando de Cooperação Regional do Exército do Comando Sul dos USA.

Durante a campanha presidencial de 2018, o então candidato Bolsonaro enquadrou-se frente à bandeira dos Estados Unidos num gesto vergonhoso para qualquer pretensão soberana. Já presidente, Bolsonaro ofereceu ao governo dos Estados Unidos uma relação servil para os interesses americanos e uma aliança militar com o governo de Donald Trump que vive antagonizando com quase todo o mundo. Este alinhamento automático à estratégia dos Estados Unidos engessa a política externa brasileira aos interesses da superpotência, transformando a oportunidade apresentada pelo rearranjo de forças mundiais que está mudando a polaridade global em uma desgraça.

No lugar de aproveitar o estremecimento global pelo acomodamento das estaturas estratégicas das três grandes potências [Estados Unidos, China e Rússia] e se manter à margem, o Brasil abraça a superpotência decadente se condenando a realizar apenas os negócios que ela lhe permita. Quem imaginava que, pelo comprometimento dos militares com o governo Bolsonaro, prevaleceriam os valores nacionais e a defesa da soberania, pode constatar o abandono desses valores e a entrega da soberania por questões meramente ideológicas e até místicas. Assim, poder-se-ia concluir paradoxalmente que temos Forças Armadas para defender os interesses norte-americanos, entre os quais, a desregulação da economia nacional e a apropriação das riquezas brasileiras. A liderança regional concedida e reconhecida pelos países de América do Sul ao Brasil durante o governo de Luiz Inácio Lula da Silva foi deliberadamente abandonada e, no seu lugar, os Estados Unidos parecem propor para o Brasil ser seu bastante procurador na região, colocando o sangue do soldado brasileiro como lubrificante dos seus interesses.

 

Percebemos críticas, na sua obra, sobre a apropriação de conceitos estadunidenses e europeus para pensar a realidade latino-americana. Em outros termos, fica evidente a afirmação de que o pensamento militar brasileiro não é tão brasileiro assim, e que isso é um problema. Por que acha que isso ocorre?

A colonização não é um fenômeno meramente econômico, ele também é político, social, cultural e epistêmico [intelectual]. A colonização epistêmica nos impõe óculos para ver a realidade como o colonizador quer que vejamos, esses óculos são os conceitos e as teorias que muitas vezes se assumem acriticamente. Aqueles acadêmicos do mainstream que definem o digno de ser pensado, publicado e lido são tomados “pelas colônias” como referências de objetividade e cientificidade. Porém, a maioria deles são ou foram ou serão funcionários do Estado (diferentemente do Brasil, noutros países os acadêmicos e não os militares são consultados) e pensam o melhor para seu país, que é um Estado colonizador. O que é condenável é que nossos acadêmicos defendam, na colônia, o que o colonizador defende como bom para a metrópole. As teorias e os conceitos não são neutros, eles são valorativos. Por exemplo, “Guerra de baixa intensidade” é conceito estabelecido pelos

Estados Unidos para se referir a guerras nas quais se aplica parte pouco expressiva da sua capacidade bélica. Mas as guerras são travadas entre dois beligerantes e a definição dela ou compreende os dois ou terá duas definições dependendo de que lado da disputa se encontre. Na Guerra da Nicarágua, definida pelos Estados Unidos como de “baixa intensidade”, para os nicaraguenses foi uma guerra total.

Se esta situação é séria para os acadêmicos, quando consideramos o colonialismo entre os militares, ela é dramática. Há uma tendência à uniformização das Forças Armadas do mundo condicionada pelo que passou a ser chamado de “o arsenal mundial”. O armamento – fundamentalmente condicionado pelos sistemas de armamento, pelo alto nível de complexidade e sofisticação, que exige a existência de uma economia intensiva – é produzido por poucos países. Quando um país não tem condições de aplicar capital intensivo à produção de artefatos bélicos, como são a maioria dos países, particularmente do Sul global, ele deve recorrer às matrizes do arsenal global para adquirir os sistemas de armas. Mas junto com os sistemas de armas também se compra a organização militar adequada a esse sistema, uma doutrina militar, uma doutrina de emprego imposta pelo sistema, treinamento e também o inimigo. Quem define contra quem se pode empregar esses sistemas de armas é o vendedor, logo, é ele quem define o inimigo.

Note-se que a definição do inimigo não significa apenas a indicação daquele contra quem apontarei meu armamento, mas também aquele de quem não poderei comprar, ainda que tenha preços competitivos, assim como a quem não poderei vender minha soja (o caso dos barcos carregados de soja, retidos no porto de Paranaguá, é um exemplo claro de como se pode ir contra os interesses nacionais pela pressão ideológica garantida pela dependência estratégica). O paradoxal disto é que o armamento que deveria garantir a soberania, a autonomia da decisão política, pelo contrário, a compromete. Do mesmo modo, o militar, sujeito ativo da liberdade estratégica, pela dependência instrumental e doutrinária é agente da subordinação estratégica.

Hoje, contamos com um instrumento da força típico da Segunda Guerra com uma ideologia estratégica da Guerra Fria. Os militares, que foram historicamente associados ao desenvolvimento, hoje parecem ser a garantia da dependência. A entrega da Embraer, vanguarda da pesquisa e desenvolvimento nacional, foi entregue sob seu olhar atento. O mesmo poderia ser dito da Petrobras ou da Base de Alcântara. Os militares temem pensar fora da caixa.

 

Bolsonaro dá grande valor à batalha das ideias e das narrativas sobre a História, daí sua grande investida contra as universidades e a pesquisa brasileira, com importantes cortes orçamentários. Os cortes também ocorreram na área de Defesa, mesmo com a presença dos militares no governo. Quais as principais ameaças que se apresentam para aqueles que produzem ciência nas áreas relacionadas às questões militares e de Defesa?

A comunidade acadêmica dedicada, hoje, aos temas da Paz, da Defesa, da Estratégia, dos Militares e da Guerra foi invadida por militares. A chamada “comunidade epistêmica da Defesa” não é a mesma de 30 anos atrás. Naquele momento, pretendíamos disputar o monopólio da reflexão sobre temas que estava exclusivamente tratada em mãos dos militares. Hoje, constatamos tristemente que não conseguimos quebrar esse monopólio, mas, em contrapartida, os militares conseguiram não apenas quebrar o nosso monopólio da reflexão científica como conseguiram completar sua estratégia de ocupar o Ministério da Educação, a Capes [Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior] e o CNPq [Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico], assim como se apropriar de parte do orçamento destinado à educação e à pesquisa científica.

Ao mesmo tempo em que as universidades públicas estão sendo sucateadas, sem capacidade de renovação geracional por falta de contratação, as academias militares abriram pós-graduações em áreas não específicas para a função militar, como Relações Internacionais, e contaram com verba para abrir numerosos concursos. Qual a lógica dos militares abrirem pós-graduações sendo que há, e muito boas, nas universidades públicas? Será para oferecer títulos para seus oficiais? Não precisariam: o ministro da Educação do governo Temer decretou (sim, assim mesmo) que as ciências militares são uma ciência. Por essa medida, os oficiais que estudam as “ciências militares” (que são ciências dirigidas a melhorar sua performance nas missões precípuas, e não para realizar pesquisa científica) são agraciados com o título de doutor e podem disputar com aqueles que fizeram opção de vida pela ciência. Será que querem reduzir as teorias científicas a “versões”, como fazem com a História?

Dicionário de Segurança e Defesa

O GEDES comunica a publicação do Dicionário de Segurança e Defesa, uma obra que reúne verbetes analíticos sobre os principais temas relacionados à área de segurança e defesa internacional.

Organizado por Héctor Luis Saint-PierreMarina Gisela Vitelli, o livro foi publicado pela Editora Unesp em duas versões:

-Digital: Download gratuito no link: http://editoraunesp.com.br/catalogo/9788595463004,dicionario-de-seguranca-e-defesa?fbclid=IwAR1CGr6keJ6bTjnElSqpbr77dIaHbS6py9os-yURByAazEjARKFe1qdb47s

-Impressa: Disponível para compra no site da editora: http://editoraunesp.com.br/catalogo/9788539307531,dicionario-de-seguranca-e-defesa?fbclid=IwAR3c1LS84oyX1vRBICpE1mJExPqm_I4VatXVQQ5fUmwpLWS4ZSEBI-f-dsg).

Entre a arrogância e o paternalismo: a tutela militar sobre instituições do Estado brasileiro. Entrevista especial com Ana Penido

Vivemos um regime democrático no Brasil e por isso podemos afirmar que se vive num regime de liberdade e igualdade. Correto? Errado. A professora Ana Penido, que pesquisa a formação e atuação de militares no país, revela que a noção que se tem de democracia é, na prática, muito mais restrita e tem influência do modo como os militares compreendem o conceito. “É um conceito restrito de democracia, baseado em seus aspectos formais, ou seja, a realização de eleições, organização partidária, etc. Infelizmente, essa concepção de democracia limitada também é presente na sociedade”, aponta. Para ela, o conceito pleno de democracia é outro, que “prevê o conflito de ideias, manifestações públicas e outras coisas que, no ponto de vista deles, são geradoras de instabilidade”. E, num governo como o de Jair Bolsonaro, em que a presença militar é maior, essas perspectivas se acentuam. Assim, Ana chama atenção para como, na prática, se configura – e até se reforça – uma espécie de tutela militar sobre as demais instituições de um Estado democrático. “Os militares mantêm uma tutela sobre as instituições do Estado brasileiro, e se organizam como corporação, para quem, à exceção do momento de disputa de recursos orçamentários, a relação cotidiana com civis varia entre a arrogância de quem se acha melhor e o paternalismo de quem acha que deve proteger os fracos”, sintetiza. Na entrevista, concedida por e-mail à IHU On-Line, a pesquisadora ainda destaca a importância de se compreender como essas ideias são gestadas na “caserna”, desde a educação básica das forças armadas. “É plantada na escola e depois amadurece durante a carreira a ideia de que eles são mais responsáveis pelo destino da nação, mais patriotas, mais nacionalistas, que o povo brasileiro em geral”, aponta. Mas são lógicas que diferem das do passado, como as que formaram os militares que estiveram no comando do país durante a ditadura. “Atualmente, é preciso ressaltar que educação é uma dimensão do processo de profissionalização, e os militares são muito cuidadosos com essa parte, pois é a que garante sua reprodução técnica e simbólica enquanto corporação”, define. Ao longo da entrevista, Ana também analisa vários pontos, como as concepções de relações internacionais que se dão nas academias. Segundo ela, são ideias que estão além da grade curricular ou da emenda de disciplinas. Estão no entremeio do que chama de “currículo oculto”. “Quando se observa essa parte, fica nítida uma visão tradicional de geopolítica, que caracteriza o momento atual como uma nova guerra fria entre China e Estados Unidos, e a tarefa brasileira de se aliar ao seu grande irmão do ocidente”, exemplifica. Além de detalhar como ocorre a formação de militaresAna observa como essas ideias chegam a outras áreas do governo de Jair Bolsonaro, como a ideia das escolas com gestão cívico-militares. “Se fosse para adotar a ideia de “escolas modelo”, algo bastante discutível, o padrão a ser seguido seria das escolas federais ou das escolas de aplicação das Universidades, quase extintas”, critica. E dispara: “o projeto vende uma ideia de moralização das escolas através da disciplina. Acredito que deveria ser óbvio que um corte de cabelo curto não é o que vai “salvar a nossa juventude das drogas”, seja lá o que isso significa.

 

Ana Amélia Penido Oliveira é graduada em Ciências Sociais pela Universidade Federal de Minas Gerais – UFMG, possui mestrado em Estudos Estratégicos da Defesa e da Segurança pela Universidade Federal Fluminense – UFF e doutorado em Relações Internacionais pela Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho. Atualmente é pesquisadora do Instituto Tricontinental e da Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho. Entre as suas publicações, destacamos “As mudanças na guerra e na formação dos guerreiros” (In: Poder Aeroespacial e Estudos Interdisciplinares de Segurança e Defesa, 2014, Rio de Janeiro) e “Uma educação militar para a defesa do Brasil” (In: V Encontro Pedagógico do Ensino Superior Militar, 2013, Resende. Anais do V EPESM, 2013).

IHU On-Line – Como avalia a relação entre civis, militares e Estado no Brasil hoje?

Ana Penido – Essa pergunta origina muitas teses de doutorado. Resumidamente, acredito que os militares mantêm uma tutela sobre as instituições do Estado brasileiro, e se organizam como corporação, para quem, à exceção do momento de disputa de recursos orçamentários, a relação cotidiana com civis varia entre a arrogância de quem se acha melhor e o paternalismo de quem acha que deve proteger os fracos.

IHU On-Line – Qual projeto de país está presente hoje no ideário das forças armadas?

Ana Penido – Não acho que exista essa visão geral hoje, e nem acho que deveria existir. Existem algumas questões mais específicas, já formuladas há décadas e que vez ou outra são requentadas como se fossem um projeto, como a formulação de que pelo nosso tamanho, riquezas e população somos “fadados” a ser grandes. Ou que é necessário povoar a Amazônia, como se ela não fosse já povoada, ou mesmo que falta coesão nacional. Na época do regime burocrático-autoritário, eles até tiveram projetos de governo, como fica nítido nas formulações do [Ernesto] Geisel sobre empresas nacionais e grandes projetos, como o Proálcool e o Nuclear. Existem também iniciativas de construção de cenários estratégicos de longo prazo, o que facilita no planejamento.

Um projeto de país é algo de outra envergadura, é uma tarefa eminentemente política, algo que não cabe a uma força armada profissional, e sim aos partidos políticos e movimentos/grupos sociais. Pensar um projeto nacional é fundamental para resolver o que alguns pensadores vêm chamando de crise de destino. Mas um projeto só existe fruto do conflito de ideias com outros setores da sociedade, capaz de ir produzindo sínteses, diferente da afirmação cristalina de objetivos nacionais permanentes. Ele é também fruto da correlação de forças, ou seja, de quais segmentos de fato estão se colocando para construir o Brasil, e não pegar o que for possível para benefício próprio, muitas vezes morando inclusive fora do país. Além disso, na democracia, é importante que os grupos submetam seus projetos ao escrutínio coletivo, o que só é possível por meio dos partidos políticos.

IHU On-Line – Como compreender a formação do militar brasileiro ao longo da história? E, atualmente, de que forma as academias articulam profissionalização e educação na educação militar?

Ana Penido – Quanto a esse aspecto mais histórico, na minha dissertação, elenquei algumas variáveis que conformariam o que chamei de ‘profissionalização à brasileira’. As transcrevo aqui rapidamente, sem me aprofundar muito, lembrando que é uma perspectiva temporal, que vem desde o século XIX.

1. Ocorreu por iniciativa militar e enfrentou a resistência de civis;

2. forte retórica anticomunista;

3. Forças Armadas – FFAA profissionais antes de outras burocracias de Estado;

4. enfrentou uma baixa cultura política e desinteresse pela defesa;

5. adotou o regime escolar de internato;

6. não contou com uma elite civil com preocupações nacionais;

7. ocorreu junto com muitas intervenções militares na política;

8. sofreu forte influência externa, por ordem de ocorrência, sendo que as duas últimas ocorreram em algum período de forma concomitante – Portugal (fomos colônia), Alemanha (pré-guerra), França (pós-missão francesa) e Estados Unidos;

9. enfrentou a polêmica conteudismo X praticismo, reflexos do positivismo – ou, como alguns estudiosos chamam, colocou em lados opostos ‘intelectuais’ X ‘tarimbeiros’;

10. funcionou como força modernizadora, inclusive da base econômica;

11. fortemente baseada no personalismo;

12. formação para múltiplas possibilidades de emprego externas e internas;

13. contou com elevada autonomia, com militares definindo as próprias diretrizes e sem participação civil;

14. baixa valorização docente;

15. conviveu com um conflitante sentimento de inferioridade militar (orfandade) X sentimento de superioridade militar sobre civis (salvaguarda nacional).

Atualmente, é preciso ressaltar que educação é uma dimensão do processo de profissionalização, e os militares são muito cuidadosos com essa parte, pois é a que garante sua reprodução técnica e simbólica enquanto corporação. O novo e o velho convivem. Por exemplo, eles se modernizaram muito do ponto de vista tecnológico, assim como correram atrás de serem reconhecidos a partir das regras da Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior – Capes, mas muitos pontos que abordei historicamente permanecem, como uma forte retórica anticomunista (hoje modernizada para Foro de São Paulo ou petistas ou outro inimigo interno de ocasião) e um sentimento de superioridade em relação ao mundo civil.

IHU On-Line – Como se dá a formação política e de relações internacionais nas academias militares?

Ana Penido – Conheço mais a partir das emendas das disciplinas, mas me parecem ter as questões teóricas tracionais da área, com um foco na formação e instituições do Estado no caso da disciplina de ciência política e nas normativas e organismos internacionais, incluindo os direitos humanos, no caso da disciplina de relações internacionais. Eles também têm ampliado o estudo de idiomas, em virtude do relevo que as missões de paz ganharam. Pessoalmente, em alguns momentos me lembrava das minhas aulas de religião obrigatórias no Ensino Médio, o que, independente da minha fé, me parecia pouco aplicável na época.

A questão aqui não está no currículo explícito, mas no oculto, por isso falar em formação num sentido mais amplo, e não apenas no ensino de conteúdos. Quando se observa essa parte, fica nítida uma visão tradicional de geopolítica, que caracteriza o momento atual como uma nova guerra fria entre China e Estados Unidos, e a tarefa brasileira de se aliar ao seu grande irmão do ocidente. Da mesma maneira, se percebe a perpetuação da visão tutelar das FFAA sobre o Estado brasileiro, embora seja ponderável se essa visão é factível. Há autores que pensam em poder moderador, numa função tutelar, em partido político militar ou mesmo em protagonistas não explícitos. Em todas essas formulações, aponta-se como as forças armadas brasileiras participam ativamente da política.

IHU On-Line – Que conceito de democracia e cidadania emergem do ideário dos militares hoje?

Ana Penido – Acredito que posso falar melhor sobre o conceito de democracia. Embora isso sempre esteja nos discursos, é um conceito restrito de democracia, baseado em seus aspectos formais, ou seja, a realização de eleições, organização partidária etc. Infelizmente, essa concepção de democracia limitada também é presente na sociedade. O sentido lato da formulação do Rousseau tratava da participação social como coração da democracia, como um meio para o desenvolvimento das potencialidades humanas, individual e coletivamente, combatendo uma visão elitista em que apenas uma parte da sociedade está qualificada para decidir por todos. Infelizmente, essa visão é pouco resgatada. É preciso lembrar que democracia prevê o conflito de ideias, manifestações públicas e outras coisas que, no ponto de vista deles, são geradoras de instabilidade, e, de forma geral, militares gostam dos cenários o mais previsíveis possível.

A visão de cidadania, que sustenta esta democracia, também é elitista. A cidadania é determinada pelo mérito, com uma visão de que quem alcança maiores postos, por mérito e estudos próprios, seria um cidadão melhor preparado para o exercício da cidadania, especialmente da cidadania política.

IHU On-Line – A senhora pesquisou a Academia Militar das Agulhas Negras – Aman. O que mais a surpreendeu nesse trabalho? Como, a partir daquela sua experiência, compreende os movimentos dos militares de hoje?

Ana Penido – O que mais me surpreendeu foi, como disse, a mistura do novo com o velho, do moderno e científico com concepções até quase místicas, como a do anticomunismo. Acho que tanto a ida de muitos militares para o governo, assim como a mais recente tentativa de afastamento da instituição militar do governo podem ser vistas a partir daí. Nas escolas, são formados fortes laços de solidariedade, que continuam por toda a vida, ainda que o presidente tenha saído da caserna. Alguns dos seus colegas de turma se tornaram seus subordinados de governo. Isso é coerente com a ideia de que a família militar está acima de tudo.

Por outro lado, se fala muito em profissionalização no Exército, o que se inicia na Aman, e o básico para isso é não ter uma instituição politizada, por isso vêm ocorrendo tentativas de se mostrarem como algo distinto do governo. Eles se consideram bons profissionais, e julgam que eram mal aproveitados pelos governos anteriores. Entretanto, temos que refletir, pois se a Aman estiver formando bons gestores públicos, temos aí um problema, pois o que ela precisa formar são bons profissionais para a defesa nacional. Por fim, e talvez o mais importante, é plantada na escola e depois amadurece durante a carreira a ideia de que eles são mais responsáveis pelo destino da nação, mais patriotas, mais nacionalistas, que o povo brasileiro em geral. Essa ideia é incoerente quando se pensa a guerra moderna, além de estar na fonte dos nossos problemas de relação civil-militar.

IHU On-Line – Como avalia essa proposta da gestão civil/militar em escolas públicas? Quais os limites e as potencialidades desse projeto?

Ana Penido – Avalio que o projeto é na verdade uma forma do presidente falar com a própria base, sem resolver a questão da educação, que vem sendo mal avaliada e sofrendo cortes orçamentários, não só a nível universitário. Em primeiro lugar, as escolas militares em nível de ensino médio, que é a quem o projeto se destina, apresentam melhores resultados que as escolas comuns, pois têm um valor investido por aluno muito superior à média das escolas públicas. A educação nas escolas federais também recebe mais recursos, e tem resultados ainda melhores que a rede militar, ou seja, se fosse para adotar a ideia de “escolas modelo”, algo bastante discutível, o padrão a ser seguido seria das escolas federais ou das escolas de aplicação das Universidades, quase extintas. Cabe pontuar que até o salário dos professores é diferente, o que faz com que tenham mais disposição para atividades no contraturno escolar.

Outra questão é o desvio de recursos da área da educação para área da defesa, o que não resolve o problema orçamentário nem de uma área e nem de outra. Um terceiro ponto é a previsão de contratar soldados. Num país como o nosso, com os nossos atuais índices de desemprego, pensar a possibilidade de as pessoas acumularem salários é um absurdo. O debate deveria ser como criar frentes emergenciais de emprego para quem não tem nenhum, e não conseguir um “extra” para quem mantiver a fidelidade política de quem já tem.

Uma quarta questão é a relação da escola com a comunidade. Diferente das escolas em geral, as militares têm um público mais homogêneo, vindo de famílias militares, o que também modifica a relação do pai do aluno (normalmente mãe) com a escola. Por fim, talvez o mais cruel, o projeto vende uma ideia de moralização das escolas através da disciplina. Acredito que deveria ser óbvio que um corte de cabelo curto não é o que vai “salvar a nossa juventude das drogas”, seja lá o que isso significa.

IHU On-Line – Durante parte do regime militar, uma das marcas do governo foi o nacionalismo e o projeto de desenvolvimentismo, numa valorização do Estado. Como essas duas marcas aparecem – ou desaparecem – nos militares de hoje?

Ana Penido – A esse respeito, recomendo que as pessoas leiam a entrevista do Geisel publicada pelo CPDOC . É nítida uma visão de modelo de desenvolvimento, em especial ao se observar a discussão sobre o petróleo. A ideia de desenvolvimentismo estava ligada à de segurança nacional, ou, em outros termos, de conseguirmos, enquanto país, provermos autonomamente os recursos mais estratégicos para a nossa própria defesa, não ficando dependentes de elementos como os combustíveis. Essa ideia raramente me parece presente. Hoje a maioria dos oficiais tem afinidade de leitura com a Fundação Getulio Vargas ou com a Globonews, e adotaram, portanto, o neoliberalismo econômico, como pôde ser visto no episódio da venda da Embraer.

Com relação ao nacionalismo, essa é uma discussão bastante complexa. Me parece que, muitas vezes, é um nacionalismo focado na questão do território e no domínio das fronteiras. Por outras vezes, me parece um nacionalismo declaratório, sem substância. Essa questão mereceria uma investigação aprofundada, mas um ponto que eu levantaria é a formação pautada pela adoção de doutrinas e equipamentos de outros países. Isso pois, para mim, e impossível pensar em nacionalismo sem pensar em uma inserção autônoma do nosso país no mundo, em ciência e tecnologia nacional, em desenvolvimento autóctone. Qual o sentido, por exemplo, de ter um submarino nuclear que vai fazer a segurança da Shell? Problema parecido sofre o conceito de soberania. Para resolver isso, precisaríamos avançar muito coletivamente como povo, amadurecendo nossas raízes, e deixando de buscar ser o que os outros são ou pior, o que querem que nós sejamos.

IHU On-Line – Como a experiência das forças armadas brasileiras no Haiti incide na formação e atuação dos militares brasileiros? Na sua avaliação, qual o saldo da participação brasileira nessa operação?

Ana Penido – A experiência no Haiti preparou os militares para atuarem em ambientes urbanos, com conflitos e pobreza. Se tornou também uma fonte de prestígio e de recursos para indivíduos e para as FFAA. Era a “guerra possível” para um país com o peso internacional do Brasil, que desejava uma cadeira no Conselho de Segurança na ONU, mas na verdade, se tornaram uma fonte de prestígio e recursos para as FFAA e para indivíduos. É um cenário similar às missões de Garantia da Lei e da Ordem que ocorreram nas comunidades do Rio de Janeiro e na mais recente intervenção federal. Como o próprio Villas Bôas já apontou, não adiantam, pois assim que os instrumentos de força e coerção social são desmobilizados, a situação volta à sua gravidade.

Na verdade, a questão mais importante para mim a esse respeito é que precisamos entender que nem todos os problemas são resolvidos através da securitização dos temas e do emprego da força. Por aqui, os militares são usados para combater as drogas, mosquitos, a pobreza, a seca, enfim, um conjunto de questões que não são resolvidas através da força, e sim de políticas públicas como saúde, segurança etc. Talvez caiba uma discussão sobre os batalhões de engenharia, mas isso seria outra discussão. No geral, elas já sabiam doutrinariamente atuar contra o inimigo interno, e nesse sentido o Haiti não faz sentido teórico, embora ofereça prática. Por outro lado, aprenderam a importância de idiomas e cresceram em capacidade para interagir com forças de outros países.

IHU On-Line – Qual o perfil dos jovens que ingressam nas forças armadas? Em que medida esses jovens militares se identificam com o ideário dos evangélicos, especialmente em relação ao governo Bolsonaro?

Ana Penido – Eu fiz esse estudo mais específico para o Exército, mas o professor Celso Castro estava fazendo também para a Marinha. Desconheço pesquisas sobre a Aeronáutica. Assim como no restante da sociedade, ocorreu uma queda no número dos cadetes católicos e um crescimento dos cadetes evangélicos, que já chegam a um terço daqueles que ingressam na Aman. É preciso ponderar que uma parte desses resultados tem relação com a representação do estado do Rio de Janeiro (notoriamente evangélicos) entre os cadetes que ingressam.

Não sei avaliar se a questão religiosa é a que mais pesa na identificação dos cadetes com o presidente. Acredito que não, seja porque o presidente trabalha a questão religiosa muito mais enquanto marketing político do que enquanto fé, seja porque o ethos militar, produto do espírito de corpo, é mais forte do que a questão religiosa, que por vezes tem origens familiares.

Mas isso me suscita um outro debate mais grave. Nosso ecletismo religioso sempre fez com que entre as hipóteses de conflito dentro do Brasil e do Brasil com outros Estados, diferente de muitas nações, as guerras religiosas não estivessem no cenário. Com o alinhamento automático do Brasil aos Estados Unidos e mesmo a Israel, combinado com o crescimento de um neopentecostalismo mais radical, inclusive entre os militares, me pergunto se essa hipótese não é mais assim tão descartável.

IHU On-Line – Levar militares para rua é uma forma viável de combater o crime organizado? Por quê?

Ana Penido – É inegável a existência de uma crise na área da segurança pública, representada pelo assustador dado de que apenas 8% dos crimes cometidos é elucidado. Assim como no caso das forças armadas, a influência francesa e estadunidense é perceptível. Temos duas polícias, uma militarinspirada nas forças armadas, e outra civil, de base política-jurídica, e ambas têm dificuldades para se entender, compartilhando uma tradição de investigações baseadas em provas testemunhais e não em provas técnicas. E a violência “à brasileira” é um misto de procedimentos arcaicos e modernos, ou seja, métodos e equipamentos para investigações ultramodernos são combinados não raras vezes com violações dos direitos humanos fundamentais, como a tortura.

É forte o sentimento de ineficiência, e parte da população escolhe mais violência como forma de combater a violência, mas não se resolve a crise com a equação mais armamento, mais polícia, mais prisão e maiores penas. Na realidade, as respostas à esquerda (apenas com a mudança estrutural da desigualdade) e à direita (apenas com endurecimento penal) são insuficientes para resolver a violência e a crise na segurança pública.

Diante desse cenário, as forças armadas, em especial o exército brasileiro, vem a cada dia sendo mais intensamente empregado em questões de segurança pública, embora hoje a polícia militar tenha o contingente três vezes superior ao das forças. Essa atuação é prevista constitucionalmente, como Instrumento de Garantia da Lei e da Ordem, embora não necessariamente legítima. As polícias e as forças armadas podem empregar a força, mas as corporações têm (ou deveriam ter) objetivos, doutrinas, armamentos e instrução absolutamente distintos. Em síntese, as polícias devem se preocupar com os cidadãos, enquanto as forças armadas devem defender o país. A ideia de inimigo interno, combinada com a de guerra ao terror, é explosiva e equivocada.

É importante deixar claro que o não emprego das FFAA nos conflitos não significaria que a questão da violência estaria resolvida. Mas a entrada do exército no conflito também não diminui os índices de violência (e nem poderia), e ocorrem vários efeitos colaterais do processo de ‘policialização’ das forças armadas, a saber: muda a escala de importância das atribuições das forças armadas que vão gradualmente sendo desprofissionalizadas; o Exército se torna força auxiliar da polícia, os militares passam a ser empregados no conflito violento contra compatriotas; as instituições se fragilizam e ficam mais suscetíveis a discursos demagógicos; ocorrem reformulações doutrinárias; recursos antes destinados à defesa são realocados para a segurança; cresce a tutela militar sobre o poder civil e o consequente autoritarismo político, enfim, um conjunto de questões que coloca em risco a democracia e a soberania brasileiras.

No entanto, é possível pontuar três questões que melhorariam a atuação da polícia, a saber: investimento na profissionalização, com ensino em acordo com as diretrizes dos direitos humanos; melhorias na gestão, com o aumento do controle social; e ampliação da utilização da tecnologia. Também é possível discutir a necessidade de criação de uma guarda nacional, uma vez que a força nacional de segurança pública é frágil institucionalmente. Às forças armadas cabe, prioritariamente, a defesa da nação diante de ameaças externas.

IHU On-Line – Que leitura a senhora faz dos militares que integram o governo de Jair Bolsonaro? Quem são eles? Que papel assumem e como se deu a formação deles?

Ana Penido – Repensei algumas coisas depois da demissão do general Santos Cruz, diga-se de passagem, nosso único militar com experiência de guerra, e que não contou com o apoio dos seus pares no governo. Eu acreditava que eles tinham entrado em massa com a ideia de moralizar o governo e tutelar o presidente. Passados os primeiros meses, viram que nem uma coisa nem outra é possível. Os militares não são a força dirigente do governo Bolsonaro. Quando pressionado, o presidente sempre fica com a “famiglia”.

Acredito que os que ficaram, espalhados em funções-chave diversas do governo, em especial os da reserva, são os que têm afinidade ideológica com o governo, alguns tendo inclusive se formado juntos, ainda durante o regime militar, e não são apenas “técnicos querendo prestar serviços à nação”. Ganharam relevo ambições pessoais, sejam elas políticas, de status ou financeiras. E acrescentaria, o fato de tantos militares estarem no governo não fez com que a área de defesa fosse valorizada enquanto política pública.

IHU On-Line – Como os militares de hoje compreendem a soberania nacional a partir do caso da Amazônia? Podemos afirmar que a pauta da Amazônia é ainda uma das poucas que traz unidade entre os militares e o restante do Governo Bolsonaro?

Ana Penido – Não sei dizer se é uma das poucas, mas é sim uma pauta que traz unidade ao governo, afinal, nada melhor para trazer unidade que um inimigo, e com os meses, o argumento “a culpa é do PT” vai perdendo força, pois são esperados resultados. No mais, a discussão parece a mesma de décadas atrás. Muitas falas sobre a importância de “povoar” a região, integrar com obras de infraestrutura (pontes, hidrelétricas…), a dureza da nossa legislação ambiental, a necessidade de desenvolver economicamente para combater os crimes, de explorar, inclusive os minerais das terras indígenas, de combater as ONGs que fazem biopirataria e levam os índios a acreditar que eles podem ser uma nação, críticas à demarcação de terras indígenas nas áreas de fronteira, em especial no corredor Triplo A. De novidade, a preocupação com a fragmentação interna da Venezuela; com a expansão chinesa via Guiana e Suriname; e com o sínodo do Vaticano.

Concordo com alguns elementos, discordo de outros, mas, principalmente, acho triste constatar que damos as mesmas respostas a questões identificadas décadas atrás, sendo que algumas dessas respostas foram tentadas e não ofereceram bons resultados. É óbvio o interesse externo sobre a Amazônia. Mas no meu entendimento, ela deve servir, em primeiro lugar, para proporcionar uma vida boa para o povo que nela habita. Tenho um artigo sobre isso chamando a necessidade para mantermos, como se diz no interior, um olho no gato e o outro na cumbuca.

IHU On-Line – Deseja acrescentar algo?

Ana Penido – Precisamos delimitar e definir melhor em que nossas forças armadas devem ser empregadas, o que tem relação com a grande estratégia brasileira. Sem clareza nas tarefas, é difícil fiscalizar seu desempenho, controlar o orçamento, evitar a autonomia, perceber se as atividades-meio têm levado a resultados concretos nas atividades-fim, se a formação está adequada, entre outras questões. No mundo atual, a tendência é a especialização do trabalho, e não fazer um pouquinho de um bocado de coisas.

Uma segunda questão que acredito que deve ser objeto de atenção de todo o povo brasileiro é a possibilidade de as forças armadas perderem o monopólio da violência estatal, seja para as milícias (forças paramilitares) organizadas, seja para o aumento do poder de fogo das polícias militares. No caso das primeiras (diga-se de passagem, fora da preocupação do ministro da justiça Sérgio Moro), está pouco claro seu grau de influência no poder público, com a possibilidade de terem inclusive se infiltrado nas forças armadas. No segundo caso, o crescimento do poder de fogo dos equipamentos, o tamanho do efetivo, e até mesmo propostas como a do governador do Rio de criar o cargo de general nas polícias acendem um botão de alerta. Para quem acha que com as forças armadas, com hierarquia e disciplina está ruim, acreditem, é muito, mas muito pior sem elas.

Por fim, cabe o alerta que todo cientista político faz sobre essa participação no governo e as possibilidades de quebra de hierarquia. “Quando a política entra por uma porta, a hierarquia sai pela outra”, e a história militar do nosso presidente é a comprovação disso.

 

Por: João Vitor Santos | 07 Outubro 2019

INSTITUTO HUMANITAS UNISINOS

Militares já não alimentam expectativas. “O governo não será aquilo que esperavam”. Entrevista especial com Suzeley Kalil Mathias

Por: Patricia Fachin e Wagner Fernandes de Azevedo | 19 Setembro 2019

Instituto Humanitas Unisinos

 

Depois de nove meses do início do governo Jair Bolsonaro, se havia alguma expectativa por parte dos militares de que eles “emprestariam alguma racionalidade” ao presidente, eles “já não alimentam expectativas”, diz a pesquisadora Suzeley Kalil Mathias à IHU On-Line. Segundo ela, “há ainda um outro movimento que já percebeu que o governo Bolsonaro não será aquilo que esperavam, que os militares não chegaram ao poder como acreditavam e agora esperam manter-se profissionais”. Ela lembra que a “natureza da atuação das Forças Armadas – FFAA (não no governo), especialmente do Exército, é corporativa: querem garantir seus interesses, com a reforma que está no Congresso em primeiro plano”. Na entrevista a seguir, concedida por e-mail à IHU On-Line, a pesquisadora comenta a atuação dos militares nos governos passados e pontua que “houve pouco ou nenhum interesse de FHC e Lula em estabelecer autoridade sobre as FFAA. Ambos buscavam ao mesmo tempo utilizar as FFAA como funcionários do Estado para funções que não são de defesa (atividades subsidiárias) e reduzir sua presença política”. O governo Dilma, explica, buscou “transformar as FFAA em uma instituição como outra qualquer do Estado, numa burocracia eficiente. Ela entende, talvez ingenuamente, que se está em um processo de consolidação democrática e, portanto, as FFAA estão subordinadas ao poder civil”. Ela menciona ainda que “há uma crença” no país de que os militares são nacionalistas, mas “o nacionalismo jamais foi hegemônico nas FFAA”. A pesquisadora também critica o uso indevido das FFAA como forças policiais na fronteira. “Sumariamente, as forças armadas não são polícias e, portanto, não estão preparadas para o combate ao crime organizado. Por outro lado, o uso delas como polícias tem trazido para dentro da instituição o próprio crime, como exemplificado pelo sargento que carregava cocaína no avião presidencial”. Suzeley também avalia os primeiros meses do governo Bolsonaro e frisa que o projeto do presidente para o país “fica cada vez mais claro: a desestruturação do Estado, com afrouxamento de todas as instituições, criando o que a literatura chama de ‘Estados falidos’, para que se espalhe para o Brasil a forma de administração própria das milícias, que é o grupo representado pelo bolsonarismo”.

 

IHU On-Line – Especialistas em estudos militares dizem que nos últimos anos houve uma mudança na formação dos militares brasileiros. Que aspectos têm caracterizado a formação dos militares nas últimas décadas e por que há uma mudança?

Suzeley Kalil Mathias – As mudanças no ensino militar são formais e de longo prazo. Não houve mudança substantiva na formação do oficial. Ademais, quem está hoje no Comando das Forças (generais da ativa) fez os cursos de Estado Maior até o final dos anos 1990. Houve alguma introdução de disciplinas/matérias na área de direito internacional e direitos humanos.  O sistema de ensino nacional é regulado pela Lei de Diretrizes e Bases da Educação Nacional – LDB, de 1996. Nela se explicita (artigo 83) que o ensino militar constitui sistema próprio e que haverá equivalência de estudos. Assim, cada uma das Forças desenhou em Lei seu próprio sistema de ensino por meio dos seguintes diplomas: Aeronáutica – Lei 12.464/2011; Armada – 12.704/2012; Exército – 12.705/2012. Por meio dessas leis, as Forças Armadas – FFAA não podem mais discriminar o ingresso nas suas escolas por critérios próprios, valendo para as FFAA o mesmo que para qualquer concurso público. No âmbito da pós-graduação, buscou-se maior aproximação com as escolas civis e na tentativa de adaptação das Escolas de Estado Maior (equivalente à pós-graduação) às regras da Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior – Capes, o que permitiu a certificação de cursos. Houve algum esforço no meio civil para criar linhas e áreas de pesquisa até bem pouco tempo exclusivas das FFAA. O mesmo não aconteceu nas escolas militares, que não são abertas a civis (apenas há contratação de professores, como sempre houve). [1]

 

IHU On-Line – Qual é o perfil dos militares que estão no governo do presidente Jair Bolsonaro?

Suzeley Kalil Mathias – Os militares sempre se viram como uma casta à parte. Os que estão hoje no governo não são diferentes. São contemporâneos de Bolsonaro, da mesma geração, com um intervalo de cerca de cinco anos nas turmas de formação de oficiais. São militares formados ao longo do regime burocrático-autoritário, influenciados pelas divergências internas dos grupos militares no governo que atingia as próprias FFAA, mas que tinha na doutrina de unidade, do respeito à hierarquia e a disciplina, seu principal pilar. Esta pode ser traduzida em “não duvidar, não divergir, não discutir” (Rattembach, 1975). Foram formados no período pós-expurgo – é bom recordar que, logo após o golpe de 1964, o maior número de cassações e aposentadorias compulsórias aconteceu no interior das FFAA. Quando do processo de transição, estavam nos primeiros postos, como tenentes ou capitães. Viveram o desmonte da indústria de defesa e a penúria financeira nos quartéis, produto das diferentes crises econômicas. O grupo mais próximo a Bolsonaro é formado por comandantes da Missão das Nações Unidas para a estabilização no Haiti – MINUSTAH, que tiveram experiência em conflitos externos, mas em uma situação de ‘adaptação da lei’ para que pudessem atuar. Como a quase totalidade dos militares brasileiros não tem experiência em guerras – a exceção era Santos Cruz, que já saiu, que esteve na Missão das Nações Unidas na República Democrática do Congo – MONUSCO, no Congo. Por causa da atuação no Haiti, foram duramente criticados, ao que imputo seu ressentimento. Há uma crença de que os militares são nacionalistas, e deveriam ser, pois são defensores da nação – e são parte da definição do Estado. No entanto, como os estudos dos teóricos da dependência mostram, em países como o Brasil, as classes e os grupos sociais se conformam (desenham) de maneira diferente, com características próprias. O nacionalismo jamais foi hegemônico nas FFAA. Hoje predomina uma visão, não muito distinta de outros grupos sociais, de corporação, de defesa de seus interesses, daí serem ‘entreguistas’.[2]

IHU On-Line – A sua tese de doutorado tratou sobre a atuação das Forças Armadas na administração pública, em particular nas Comunicações e na Educação entre 1963 e 1990. Como se deu a participação das Forças Armadas na administração pública nessas áreas?

Suzeley Kalil Mathias – No livro construo um modelo de análise dividido em três categorias, cada uma conformada por um conjunto de variáveis que me permitem avaliar o grau de militarização do governo que aqui não tenho como reproduzir. Muito resumidamente, escolhi uma área técnica e uma social. Na área técnica (Comunicações), a participação militar era mais direta e melhor aceita. Por isso, era mais fácil fazer política. Já havia muitos militares, especialmente da Marinha, na área das Comunicações antes de 1964. Assim, eles foram os responsáveis pelas políticas públicas em mídias, informática e transportes. Na área social, a educação, a participação militar não foi muito grande em presença física, mas controlavam postos chave no desenho das políticas para educação. Acreditavam – as discussões hodiernas em educação parecem uma reedição daquelas do fim dos 1960 e 1970 – que havia uma ideologia comunista, antipatriótica, que estava destruindo as crianças e a família brasileira. Por isso, introduziram disciplinas ‘cívicas’ – Educação Moral e Cívica (fundamental), Organização Social e Política do Brasil (médio), Estudo dos Problemas Brasileiros (Superior) –; fundiram disciplinas (como história e geografia, que tornaram-se estudos sociais) e eliminaram outras – como filosofia e sociologia, que se restringiam aos cursos de nível médio que exigiam sua presença, como ‘normal’ (formação de professores para o ensino fundamental) e administração de empresas (técnico – formação de auxiliar de escritório) –; criaram cursos profissionalizantes – de nível fundamental (ginasial, como atendente de enfermagem) e médio (como, por exemplo, auxiliar de enfermagem) e licenciatura curta (superior em dois anos, para formação de professores para o ensino fundamental) –; proibiram livros, estimularam a adoção de apostilas, mexeram nos planos curriculares, aumentaram/reduziram carga horária de cursos e disciplinas etc. Uma questão interessante, que não está no livro, é a do orçamento [3].

IHU On-Line – A partir de 1990, o que mudou na atuação das Forças Armadas na administração pública?

Suzeley Kalil Mathias – As mudanças começaram bem antes, com Geisel, que começou a ‘aparelhar’ melhor os órgãos públicos com pessoas de confiança, independentemente de serem militares ou não. Com Sarney, houve, especialmente nas Comunicações (mídia), o uso de recursos e cargos como barganha e tentativas muito tímidas de mudanças na educação. Por parte das FFAA, especialmente na passagem entre Sarney e Collor, houve uma espécie de retraimento, com as FFAA buscando cuidar de seus próprios interesses. Tanto assim que no processo constituinte, as FFAA foram bastante atuantes, montando um lobby especializado que garantiu na constituição o que elas queriam. No entanto, elas continuaram a ser afiançadoras do processo político, sendo ouvidas em cada possibilidade de crise que acontecia.  Outro movimento que pode ser percebido é que, regulamentada a entrada nos serviços públicos por concurso, muitos oficiais deixam as FFAA (o sindicalista Bolsonaro faz este movimento, mas por iniciativa da Justiça Militar, que o reforma – significa que ele ganha soldo) e ingressam em carreiras civis (iniciei uma pesquisa a respeito no início dos anos 2000, mas abandonei. Por isso, aqui é só uma informação, não tenho como comprovar). Isso implica em uma ‘militarização’ da administração por transferência de ethos, de valores próprios da caserna para outros setores. De uma forma geral, o que acontece é uma especialização maior das FFAA, buscando participar daqueles setores mais afeitos às questões da defesa e, hoje, inclusive por inércia e ação civil, da segurança pública. Há uma infinidade de textos que ajudam a entender a passagem, os anos constituintes e após. Menciono os que tenho à mão:
Os livros/artigos de Eliézer Rizzo de Oliveira publicados a partir de 1988, especialmente o livro A tutela militar, escrito em conjunto com João Quartim de Moraes (o texto deste é seminal) [4].

IHU On-Line – Como se deu a atuação das Forças Armadas nos governos FHC, Lula, Dilma e Temer?

Suzeley Kalil Mathias – Em pouquíssimas palavras (quase leviana): houve pouco ou nenhum interesse de FHC e Lula em estabelecer autoridade sobre as FFAA. Ambos buscavam ao mesmo tempo utilizar as FFAA como funcionários do Estado para funções que não são de defesa (atividades subsidiárias) e reduzir sua presença política. Ou, como expressado em um artigo (escrito com Ana Penido) ainda inédito, “o poder político busca o controle civil reduzindo a autonomia militar, mas cede frente a esta, incorporando, às vezes ingenuamente, a concepção própria do meio militar, que é a internalização do conflito, reforçando, assim, o autoimputado papel de controle da ordem aos soldados.” Os governos civis procuram, seguindo uma tradição brasileira de achar que a existência da Lei/regras escritas é suficiente para fazer com que algo aconteça, desenhar em documentos legais a Defesa e as funções das FFAA, daí a Lei Nacional de Defesa (o primeiro documento é de 1996), a Estratégia Nacional de Defesa e o Livro Branco da Defesa. Na feitura de todos esses documentos houve grande participação dos militares. A novidade com Lula, é que ele tinha um projeto de desenvolvimento nacional, muito nos moldes do que foi conhecido nos anos anteriores ao golpe de 1964. Neste projeto, a área de defesa estava fortemente contemplada, com um plano de modernização interessante. No entanto, esta política se chocava com a prática cotidiana que, como dito acima, tinha na função subsidiária das FFAA como principal atividade. Dilma inaugura uma forma diferente, especialmente no segundo mandato, buscando reparação para o passado recente e transformar as FFAA em uma instituição como outra qualquer do Estado, numa burocracia eficiente. Há distribuição da conta da crise também para as FFAA. Ela entende, talvez ingenuamente, que se está em um processo de consolidação democrática e, portanto, as FFAA estão subordinadas ao poder civil [5].

 

IHU On-Line – Houve alguma mudança na atuação das Forças Armadas no governo Bolsonaro?

Suzeley Kalil Mathias – Sim. O ponto de inflexão, quando fica mais explícita a ‘tutela’ militar sobre o governo, está no governo Temer, quando do twitte do Villas Bôas. Mas, desde que Temer assumiu e designou o general Etchegoyen para o Gabinete de Segurança Institucional – GSI, já se notou a mudança. Até a posse de Bolsonaro, creio que havia alguma expectativa, por parte dos militares no governo, que eles emprestariam alguma racionalidade a ele. Hoje, passados nove meses de governo (uma gestação!), penso que aqueles que não são corporativos, que têm algum interesse na profissão, como Santos Cruz, já não alimentam expectativas. A natureza da atuação das FFAA (não no governo), especialmente do Exército, é corporativa: querem garantir seus interesses, com a reforma que está no Congresso em primeiro plano. Há ainda um outro movimento que já percebeu que o governo Bolsonaro não será aquilo que esperavam, que os militares não chegaram ao poder como acreditavam e agora esperam manter-se profissionais. Os indícios são o silêncio da caserna, especialmente da Armada e da Aeronáutica. Por outro lado, o projeto Bolsonaro para o país fica cada vez mais claro: a desestruturação do Estado, com afrouxamento de todas as instituições, criando o que a literatura chama de “Estados falidos”, para que se espalhe para o Brasil a forma de administração própria das milícias, que é o grupo representado pelo bolsonarismoAutoritarismo e repressão é o mote.

 

IHU On-Line – Os militares têm algum projeto específico para o Brasil? Em que consiste?

Suzeley Kalil Mathias – ‘Os militares’, tratados genericamente, devem nutrir expectativas e desenhar planos para o país. No entanto, as FFAA, seja como instituição seja como corporação, não me parecem ter um projeto para o país. Elas estão voltadas muito para si mesmas, parecem viver em uma bolha tão rígida quanto a do Judiciário, que não consegue ver o país real. Porém, não me parece que devessem ter um projeto para o país. Pensar o país desde um ponto de vista institucional é importante, especialmente para definir as prioridades que julga essencial para que a instituição cumpra seu papel – os militares, mas não só eles, devem pensar a defesa do país. Porém, projeto de país é uma questão política e, portanto, não deve ser preocupação das FFAA, nem aqui nem em nenhum lugar.

 

IHU On-Line – É possível perceber disputas internas no interior do governo entre o que seria um projeto do próprio governo e o projeto dos militares para o país?

Suzeley Kalil Mathias – Parece-me que há várias visões em disputa no interior do governo, mas nenhum divide militares de um lado e civis do outro. Há unidade, um núcleo, que permitirá o que informei acima, que é uma desregulação completa das instituições, jogando como se fosse um ‘mercado’ em que tudo é disputado, mas não haverá árbitro, e aí é o ‘quem pode mais, leva’.

 

IHU On-Line – Que papel as Forças Armadas têm exercido na Amazônia?

Suzeley Kalil Mathias – As FFAA sempre foram importantes para a Amazônia, especialmente naqueles territórios de difícil acesso. Nos quartéis de fronteira, muitas vezes os únicos moradores de etnia distinta são os oficiais das FFAA. Assim, elas têm uma função muito importante no sentido de mostrar que somos uma nação, que o Estado brasileiro inclui aqueles territórios. Entretanto, é preciso considerar que a visão nutrida no interior das FFAA, e que muitas vezes ‘compramos’ sem avaliar, é que elas só fazem o bem. Isso não é verdade. Elas detêm uma visão que as FFAA são as únicas preocupadas com a Amazônia e, portanto, o que elas imaginam ser bom é o que deve ser praticado. A visão de desenvolvimento que elas têm é ainda muito presa aos anos 1960, que indicava a ocupação do espaço e a construção de estradas como o suprassumo do desenvolvimento. Não há uma visão sequer dominante nos meios militares sobre desenvolvimento sustentável, sobre o papel das populações locais na constituição do desenvolvimento. Há uma sobreposição entre desenvolvimento como progresso, como refazer o caminho que os países europeus fizeram… Assim, creio que a função das FFAA de defender o território é importante e deve ser enfatizada. No entanto, não deve ser papel das FFAA, e nem devem ser cobradas por isso, serem veículo de desenvolvimento.

IHU On-Line – A partir da sua pesquisa “Enfrentando la Delincuencia Organizada Transnacional: Estudio Comparado de las Estrategias Regionales”, o que evidenciou acerca da atuação das Forças Armadas brasileiras no combate ao crime organizado?

Suzeley Kalil Mathias – O livro, com um capítulo de minha autoria sobre o Brasil, está para sair. Sumariamente, as Forças Armadas não são polícias e, portanto, não estão preparadas para o combate ao crime organizado. Por outro lado, o uso delas como polícias tem trazido para dentro da instituição o próprio crime, como exemplificado pelo sargento que carregava cocaína no avião presidencial. Como alguns analistas já apontaram, no caso do Brasil, como também do México, há uma inversão de papéis entre as FFAA e as polícias (estaduais e federais), com as primeiras sendo transformadas em forças auxiliares das segundas. A base disso é uma crença na incorruptibilidade das FFAA. No entanto, o uso indiscriminado delas em atividades policiais, ainda que nas fronteiras geográficas, traz sérios impactos na identidade do militar, não resolve o problema da segurança pública e trazem para dentro das Forças práticas que vêm se tornando corriqueiras nas forças policiais. Pesquisa conduzida por João Arruda em 2006 apontava que em épocas passadas, os crimes mais cometidos por militares eram a deserção e a insubmissão. Em 2000, esse número era de apenas 41% frente a 59% por acusações de roubo, extorsão, estelionato, homicídio qualificado e outros considerados graves. Este número hoje deve ser muito mais alto [6].

 

IHU On-Line – O governo Bolsonaro tem se posicionado contrário ao Sínodo Pan-Amazônico. Como a senhora interpreta a reação do governo ao Sínodo e a proposta do Sínodo em si?

Suzeley Kalil Mathias – É irrelevante minha posição, ou a da academia, sobre o Sínodo Pan-Amazônico. Este, como outros eventos da Igreja, foi decidido pelos religiosos e pela instituição muito antes do governo de plantão se sentir incomodado. Vivemos em um país religioso, no qual a Igreja (até hoje a única que escrevemos com maiúsculas é a católica) sempre gozou de grande prestígio e nem os mais autoritários generais do período autoritário criticavam a instituição, ainda que tenham perseguido padres e religiosos individualmente. Assim, é preciso perguntar ao governo o que o incomoda tanto. Afinal, o presidente se diz católico e a voz máxima da Igreja, gostemos ou não, é o Papa Francisco.

 

IHU On-Line – Recentemente o Conselho Permanente da Organização dos Estados Americanos – OEA decidiu, por iniciativa da Colômbia, invocar o Tratado de Assistência Recíproca – TIAR contra a Venezuela. Como a senhora interpreta essa decisão e quais devem ser suas consequências?

Suzeley Kalil Mathias – A decisão mostra que a OEA não representa os interesses latino-americanos e, pior, está se transformando em porta-voz, como sempre tentou, dos EUA. O TIAR tinha sido denunciado pelo México pouco antes dos atentados de 11 de setembro de 2001, que voltou atrás diante daquela situação, mas deixou o TIAR. A medida da Colômbia é ilegal, do ponto de vista do tratado, pois não existe agressão externa que justifique uma intervenção. Por outro lado, também não podem invocar uma questão humanitária, com base no capítulo VI da ONU. A medida fará com que se sufoque ainda mais a Venezuela, alimentando de fato uma crise. A consequência é maior sofrimento humano e, caso seja realmente levado às últimas consequências, traremos uma guerra na América do Sul sem nenhum sentido. A posição do Brasil sempre foi negociadora, tanto assim que propôs e foi vitoriosa a transformação da região do Atlântico Sul como Zona de Paz. Hoje isso não é mais uma realidade, pois tanto os EUA quanto outros países estão militarizando a região. A postura em favor de solução diplomática e não pela força fez o Brasil ser respeitado no mundo e na região. Mesmo quando houve o golpe no Suriname (governo Figueiredo), apesar das escaramuças, mantivemos a serenidade e negociamos. Do ponto de vista militar, se tivermos uma guerra, será escancarado o despreparo das FFAA brasileiras para enfrentar o conflito. E no caso remoto de resolver o problema rapidamente, com o ‘colapso’ da Venezuela, quem ganhará algo com isso, ainda que tomemos do ponto de vista estritamente econômico e sem considerar as perdas humanas inclusive de longo prazo, será a Colômbia e os próprios EUA. Nós desmantelamos toda nossa capacidade de auxiliar em reconstrução pós-conflito, inclusive a de financiamento. Para este governo, talvez o ‘ganho’ seja que provocará o desmatamento e a ocupação de uma parte da região amazônica escudando-se no conflito, o que pode, mas é bem pouco provável, dar alguma folga do ponto de vista da política ambiental e das cobranças, particularmente europeias, que as ‘políticas’ adotadas pelo governo vêm sofrendo.

 

IHU On-Line – Por que e em que contexto foi criada a União de Nações Sul-Americanas – Unasul, o que ela significou para os países membros e qual é o significado da sua recente extinção?

Suzeley Kalil Mathias – Outra pergunta que há mais de uma tese a respeito…. Uma resposta mais formal é que o Brasil cumpriu a lei, pois a Constituição de 1988 determina que o país se esforce pela integração regional. Ela significou um atestado de maioridade para os latino-americanos, que poderiam resolver seus problemas contando apenas com seus próprios meios, pois excluía os países do Norte, que vivem outra realidade, muito diferente da regional sul-americana. Também atestou a capacidade negociadora do Brasil, especialmente do próprio Lula, que incluiu todos os países no acordo. Os diferentes conselhos (órgãos internos especializados) estavam funcionando muito bem e havia a perspectiva, no médio prazo, de vários acordos em diversas áreas, promovendo maior cooperação e menores custos para toda a região. Do ponto de vista econômico, se não tivesse a devassa lava-jatista, teríamos ainda ganhos relativos bastante significativos, pois tínhamos as melhores construtoras e melhor capacidade de financiamento. Sua extinção implica no retorno a uma condição que apequena o país e a região.

 

IHU On-Line – Qual foi a importância do Conselho de Defesa Sul-Americano para a soberania dos países membros?

Suzeley Kalil Mathias – O Conselho de Defesa estava arquitetando uma forma cooperativa de enfrentar os problemas regionais relativos à defesa. Estava construindo uma ideia de soberania que implicava em que a dissuasão fosse externa à região, e nesta prevaleceria a paz – no sentido de ausência de conflitos internacionais. Também estava servindo para o compartilhamento de treinamento militar e de experiências em indústria de defesa. Poderia vir a ser um mecanismo de capacitação tecnológica e científica na área de defesa. Por outro lado, ao separar em conselhos diferentes a questão da defesa da de segurança, responsabilizando este último pelo combate ao crime organizado, estava iniciando um outro processo de cooperação em segurança policial, incluindo inteligência, que poderia vir a ser um modelo inovador no controle dos crimes transnacionais.

 

IHU On-Line – A partir do fim da Unasul, o que deve acontecer com o Conselho de Defesa e como se projeta a agenda de defesa para os então países membros da Unasul?

Suzeley Kalil Mathias – Se a Unasul está desmantelada, então não existem mais seus órgãos. Aquilo que foi construído está se desintegrando e voltaremos a uma situação de agendas de defesa nacionais, com a cooperação entre os países costurada em acordos bi ou trilaterais. A probabilidade, como mostra a questão da OEA que você levantou, é a não existência de agenda de defesa regional e o sucesso dos EUA em impor sua agenda a todos e cada um dos países sul-americanos.

 

IHU On-Line – Desde 2013 a senhora pesquisa a relação entre a política externa e a defesa regional no âmbito da Unasul no que se refere à sua operacionalização militar. Quais são as principais conclusões desta pesquisa?

Suzeley Kalil Mathias – Posso compartilhar o relatório, que está espalhado nos diversos artigos que publiquei no período. Sumariamente, é o que respondi antes sobre a Unasul, ou seja, estava-se desenhando entre os países da região uma política de defesa compartilhada com crescente coordenação das operações militares e também policiais. Também havia aumento do interesse por desenvolvimento de artefatos de defesa com tecnologia compartilhada. O impacto, tanto econômico quanto político, indicava maior autonomia regional no médio prazo.

 

IHU On-Line – Quais são as principais diretrizes do Prosur (Fórum para o progresso da América do Sul), que surge depois da dissolução da Unasul? O que o Prosur sinaliza? Há uma mudança geopolítica na região?

Suzeley Kalil Mathias – Desconheço qualquer documento relativo ao Prosur. Não estudei. Há um desvio na geopolítica na região, mas não tenho como precisar a mudança geopolítica. Aparentemente, com o fim do estímulo ao multilateralismo e o estímulo a acordos de baixo alcance (sobre um único tema ou envolvendo dois ou três países), a região voltará a ser o que Celso Amorim falou sobre o Brasil: voltaremos ao cantinho do mundo. Estamos em um momento de contestação forte da hegemonia estadunidense, com a China avançando, bem como com o aumento de poder da Rússia. É um novo tabuleiro, com regras ainda nada claras.

 

Notas:

[1] Para maiores informações: Ana Amélia Penido de Oliveira (2015). Profissionalização e educação militar: um estudo a partir da AMAN. Dissertação de Mestrado em Estudos Estratégicos, UFF; PENIDO, Ana A.MATHIAS, Suzeley Kalil. Democracia en tiempos revueltos: consideraciones de la enseñanza en el Ejército argentino y brasileño. Trabalho apresentado no XIII Congresso da SAAP. Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, 2 a 5 de agosto de 2017, digit.; e MATHIAS, Suzeley KalilBERDU, Guilherme Paul. Ensino militar no contexto da mercantilização da educação. In: CARMO, Corival; WINAND, Érica; BARNABÉ, Israel; PINHEIRO, Lucas (org.). Relações internacionais: olhares cruzados. Brasília: Funag, 2013. (Nota da entrevistada)

[2] Para mais informações: Quartim de Moraes, João (2019). O fator militar no governo Bolsonaro. Margem Esquerda, 32 (1ºsemestre) e Jorge Rodrigues – Os militares do Presidente (01/07/19) – Eris, Blog do GEDES. (Nota da entrevistada)

[3] Neste caso, sugiro a leitura de: Soares, Samuel AlvesMathias, Suzeley Kalil. Forças armadas, orçamento e autonomia militar. Perspectivas: Revista de Ciências Sociais, v. 24/25, 2001/2002. Disponível aqui. (Nota da entrevistada)

[4] MATHIAS, Suzeley Kalil and GUZZI, André Cavaller. Autonomia na lei: as forças armadas nas constituições nacionais. Rev. bras. Ci. Soc. [online]. 2010, vol.25, n.73 [cited 2019-09-16], pp.41-57. Available from. ISSN 0102-6909.  (Nota da entrevistada)

[5] Aqui também há uma infinidade de trabalhos a respeito. Os artigos de João Roberto Martins Filho publicado em Revista Brasileira de Ciência Política, no 4. Brasília, julho-dezembro de 2010, pp. 283-306. Outro texto, de minha autoria com dois estudantes, que pode ajudar é: MATHIAS, Suzeley KalilZAGUE, José AugustoSANTOS, Leandro F. S. A política militar brasileira no governo Dilma Rousseff: o discurso e a ação. Opinião Pública, Vol. 25, no. 1, p. 136-168. Campinas (SP), Cesop-Unicamp, jan-abr., 2019. (Nota da entrevistada)

[6] Ver ARRUDA, João Rodrigues. O uso político das Forças Armadas e outras questões militares. Rio de Janeiro: Mauad X, 2007. (Nota da entrevistada)

 

 

http://www.ihu.unisinos.br/159-noticias/entrevistas/592714-militares-ja-nao-alimentam-expectativas-o-governo-nao-sera-aquilo-que-esperavam-entrevista-especial-com-suzeley-kalil-mathias

A criação de uma Guarda Nacional no México: militarização da segurança pública e autonomia dos militares

João Estevam dos Santos

Mestrando em Relações Internacionais pelo Programa de Pós-Graduação

San Tiago Dantas, bolsista CAPES e pesquisador do Gedes.

 

No dia 28 de fevereiro de 2019, o congresso mexicano aprovou a lei que deu aval à criação de uma Guarda Nacional, com jurisdição federal. A nova força seria composta por 60.000 efetivos, vindos da Polícia Federal (18.000), Polícia Militar (35.000) e da Polícia Naval (8.000) – sendo que os dois últimos corpos policiais são subordinados, respectivamente, à Secretaria de Defesa Nacional, responsável pelo Exército e pela Força Aérea e à Secretaria da Marinha, que comanda a Marinha do México. Por sua vez, a Guarda Nacional está sob controle da Secretaria de Segurança e Proteção Cidadã, órgão criado em 2018 pelo novo governo e que é responsável por tarefas de segurança pública, ao invés da Secretaria de Defesa Nacional.

lei aprovada também definiu os objetivos e a estrutura da Guarda Nacional. O objetivo central definido para essa força foi a investigação e combate a delitos cometidos em localidades sob jurisdição do governo federal. Essa força pode ser considerada uma instituição “híbrida”, uma vez que, apesar de estar subordinada a uma secretaria civil, seus integrantes são em sua maioria militares e sua estrutura é análoga à do Exército. Além disso, o Comandante escolhido pelo presidente foi um militar da ativa, com patente de general.

O projeto de criação de uma Guarda Nacional foi idealizada pelo presidente eleito do México em 2018, Andrés Manuel López Obrador (cujo partido é o MORENA) e foi incorporado no seu Plano Nacional de Paz e Segurança 2018-2024. Essa medida constituía uma de suas principais apostas para a reformulação do combate ao crime organizado, sobretudo ao narcotráfico. Segundo aquele documento, a criação de uma Guarda Nacional seria uma alternativa à utilização das Forças Armadas em tarefas de segurança pública – medida criticada por López Obrador quando ainda era candidato. No dia 30 de junho de 2019, foi anunciada a entrada em funcionamento da Guarda Nacional. Efetivamente, a nova força é composta por 70.000 integrantes, empregados nas 150 regiões mais violentas do país e com o objetivo de chegar a 82.000 integrantes até o final do ano e a 150.000 até 2023. A nova força também foi designada para substituir a Polícia Federal (devido aos seus altos índices de corrupção e de ineficiência).

A criação de um corpo intermediário de segurança gerou novos insumos a dois debates de grande importância no México: a militarização da segurança pública e as relações civis-militares. No que tange ao primeiro tema, as Forças Armadas mexicanas possuem um papel histórico no provimento da segurança interna e no combate ao narcotráfico. Entretanto, esse fato começou a intensificar-se a partir sobretudo dos anos 2000, com o fortalecimento dos cartéis mexicanos. Porém, foi a partir de 2006, no governo de Felipe Calderón (2006-2012) que houve uma escalada ainda maior do emprego de militares na segurança interna do país, com o presidente tendo declarado oficialmente guerra às drogas e empregado mais de 45.000 militares no combate ao narcotráfico. Dessa maneira, nas décadas de 2000 e de 2010 o número de militares empregados em missões antinarcóticos cresceu de 30.991 em 2000 para em torno de 52.000 em 2018.

Apesar de algumas mudanças no governo Peña Nieto, os militares permaneceram nas ruas, fazendo com que uma medida declarada como temporária em 2006 se estendesse por 13 anos. Apesar disso, os resultados apresentados têm sido bastante insatisfatórios. Entre 2006 e 2018 houve 225.790 homicídios; número de homicídios em 2017 foi o mais alto desde 1997 e atualmente existem mais de 27.000 pessoas desaparecidas.

No referente a questão das relações civis-militares, as Forças Armadas no país desfrutam, historicamente, de uma autonomia. Essa autonomia consolidou-se durante o regime do Partido Revolucionário Institucional (PRI) ao longo da maior parte do século XX e continuou mesmo após o fim da hegemonia do partido em 2000, com a vitória do presidente Vicente Fox. Desse modo, não houve uma reforma institucional nas Forças Armadas que as subordinassem plenamente ao setor civil como ocorreu em outros países da América Latina. A estrutura de comando dos militares permaneceu intacta, com estes estando subordinados à Secretaria de Defesa Nacional (no caso do Exército e da Força Aérea) e à Secretaria da Marinha, duas instituições independentes, subordinadas apenas à Presidência da República. Traço indicador dessa autonomia ainda existente, o setor militar tem se agrupado enquanto estamento a fim de influenciar decisões políticas, como foi o caso da forte influência dos militares na aprovação da Lei de Segurança Interior pelo Congresso em 2017, que concedia maiores poderes para as Forças Armadas desenharem e implementarem políticas de segurança. Entretanto, essa lei foi anulada pela Suprema Corte de Justiça porque muitos pontos contidos nela eram incompatíveis com a Constituição do país.

Assim, no que se refere à primeira questão, embora a criação de uma força intermediária seja utilizada por países que buscaram estabelecer algum grau de diferença entre segurança interna e defesa, como Argentina (Gendarmería) e Chile (Carabineros), a incorporação de militares como mais da metade de seu contingente não permite deixar de falar sobre militarização de segurança pública e de desvio de funções por parte dos militares. Apesar do novo treinamento que receberão enquanto membros da Guarda Nacional, é sabido que os objetivos, as doutrinas e o treinamento das instituições militares diferenciam-se bastante daqueles encontrados em forças de segurança civis. Além disso, a utilização de militares em uma força intermediária e “híbrida”, com estrutura análoga às das Forças Armadas e comandadas por um general do Exército demonstram que, ao invés de ser uma iniciativa para desmilitarização do combate a delitos e a organizações criminosas, a criação da Guarda Nacional parece consolidar a institucionalização do uso de militares em funções policiais.

Cabe destacar que as forças militares de um país são treinadas com o objetivo de neutralizar qualquer agente que ameace subverter a ordem normativa interna daquela sociedade – o “inimigo”. No entanto, no caso do crime organizado e de outras atividades ilícitas, não se trata de uma subversão da ordem interna, mas de agentes que auferem ganhos à margem dela – nesse caso, são considerados “delinquentes”. A criação de um corpo de segurança que conta com a presença de militares que possuem doutrinas e estratégias próprias (ainda que submetidos a um novo tipo de treinamento – mas por um tempo relativamente curto) e treinados para liquidar “o inimigo” não faz com que o problema da militarização da segurança pública seja superado. E isso ocorre justamente porque não há uma compatibilização entre dois tipos de forças coercitivas (militares e policiais), visto que elas próprias possuem razões de ser diferentes.

Assim, o que se tem visto no caso de alguns países latino-americanos, como a Colômbia, é a transformação das Forças Armadas, mediante renovação doutrinária e reestruturação organizacional para permitir uma melhor participação em tarefas de segurança pública. Também há a possibilidade de realizar uma reestruturação dos corpos policiais para uma atuação mais intensa no combate a grupos criminosos, que contam com armamentos pesados e grande capacidade de organização. No entanto, no caso mexicano, a criação da Guarda Nacional não resolve nem um problema nem o outro.

Apesar dessas críticas à criação do novo corpo armado, esta representa uma mudança significativa e uma busca por tentar solucionar a desprofissionalização das Forças Armadas, que passaram por um processo de reestruturação organizacional durante o governo de Calderón para melhor adequar-se ao combate ao crime organizado. Dessa maneira, pode-se dizer que há uma “suavização” do problema do emprego dos militares em atividades de segurança pública, dado que as Forças Armadas enquanto instituições não continuarão a ter esse papel no longo prazo, mas apenas uma parcela das forças.

No que se refere às relações civis-militares, a criação da Guarda Nacional parece perpetuar uma situação histórica de autonomia das instituições militares no processo decisório. A nomeação de um militar, ainda que subordinado à Secretaria de Segurança e Proteção Cidadã, permite ver que o setor militar ainda possui grande capacidade de influência nos processos de tomada de decisão na área de segurança. Aliado a isso, a falta de perspectivas de uma reforma na estrutura das Forças Armadas, a fim de subordiná-las ao poder civil, bem como a falta de modificações no sistema doutrinário ou nos tipos de missões delegados às Forças Armadas corrobora a percepção de que, ao invés de uma mudança radical na política de segurança mexicana, a criação de uma Guarda Nacional apenas reforçará o mesmo tipo de interação entre Forças Armadas e poder civil. Além disso, é importante mencionar que a continuação da presença de militares em tarefas de segurança pública – ainda que em um corpo de segurança diferente das Forças Armadas – perpetua o seu prestígio ante o governo que  tem sido usado desde a década de 1990 e reforçado a partir dos governos Fox e Calderón para garantir a sua autonomia.

 

Imagem: Desfile Comemorativo da Independência mexicana |  Presidencia de la República Mexicana.